Y Chicago tenía razón

Primero, una explicación (que nadie me pide). Acabo de sufrir un traslado de despacho, y una de las cosas que suele pasar en esos casos es que se pierden muchos papeles. A mí me ha ocurrido lo contrario (gracias a los excelentes servicios del personal del IESE): encontré una entrevista a Arnold Harberger que había fotocopiado de The Region, una revista del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, publicada en marzo de 1999. Harberger fue uno de mis ídolos economistas de mis años (más) jóvenes. Y me puse a leerla.

Harberger fue, durante muchos años, el padre de los Chicago boys, los que extendieron las políticas liberales en América Latina. Y agradezco a The Region por la oportunidad de reencontrarme con algo que me había dejado una honda huella en mis años de joven profesor de Economía: «Me parece, decía Harberger en 1999, que la atmósfera de [el Departamento de Economía en la Universidad de] Chicago durante un largo periodo, particularmente en los años 1960 y 1970, la convirtió en la cuna para formar a la gente en las políticas económicas, poniendo siempre énfasis en lo fundamental y tratando de darles siempre un sentido verdadero de cómo la economía se relaciona con el mundo real«. Eso es lo que me llamó la atención, en aquellos años, leyendo a los maestros de Chicago, y que se ha ido perdiendo a lo largo de las décadas posteriores.

Porque, añade Harberger, «lamentablemente, estos atributos me parece que faltan ahora en mucha de la formación que se imparte allí [en 1999]. Se dedica demasiado tiempo, en la mayoría de las escuelas de posgrado, a técnicas altamente formalizadas que están muy alejadas del mundo real, y se hace muy poco para preparar a los que elaborarán las futuras políticas económicas».

Lo que entonces se aprendía allí lo describe así Harberger: «veían los problemas más claramente; los diagnosticaban con más precisión, y les sacaban implicaciones de política económica más directas (…) Y para crear esos atributos, creo que la formación basada en los fundamentos y orientada al mundo real era la clave».

Esta lectura de Harberger me ha devuelto un poco más la fe en la economía. Claro que se cometían errores en los años 60 y 70; claro que había supuestos equivocados, y mucha ideología (no tanta como ahora), pero un economista educado en aquella manera –realista– de mirar al mundo estaba en condiciones de darse cuenta de sus fallos, y rectificar. Harberger hace notar que la idea de que los economistas de Chicago eran unos ideólogos doctrinarios era falsa, al menos en aquellos años. E identifica tres puntos clave de la escuela: 1) la teoría es importante porque sin una buena teoría no se puede analizar nada; 2) la teoría es importante solo en la medida en que ayuda a entender realmente y a interpretar cómo funciona el mundo, y 3) las fuerzas del mercado actúan, efectivamente.

3 thoughts on “Y Chicago tenía razón

  1. Mmmmmm, los Chicago boys se han movido siempre dentro de la economía normativa, incluyendo a papá Harberger: «Las cosas deben ser así o asá»… Pero… ¿Y la política? ¿Y las restricciones institucionales? ¿Y el peso de la historia? Una IDÉNTICA prescripción de política puede tener éxito o fracasar dependiendo de los antecedentes institucionales -remotos y próximos- del país… (Acemoglu y sus habituales coautores han escrito mucho al respecto) Algo de realismo por favor…

  2. Viajé a Chile por esos motivos en 1988, justo en tiempos de perestroika. Mi decepción fue que la práctica no lograba reflejar la teoría por el modo de aplicarse. En Perú ocurría lo mismo, por eso pude comparar.
    Gracias a Dios, me encontré a LP (ya lo seguía desde 1981) quien explicaba muy bien todas las relaciones economía-libertad-sociedad-persona-matemáticas y sobre todo, realidad. Terminé cursando el doctorado de Dirección en el IESE.
    No me cabe hoy, duda de que la realidad matemática es logos poliano, y eso pasa por exigir realidad a los conceptos y juicios. Por ser libres, las realidades económicas se plasman en física-producción que implican un tipo de logos superior al de la física, pero que son «además» de la física.
    Eso implica matemáticas y justicia (virtud y hábito). Por eso creo que cuando más avanzó la matemática económica fue en esa época.

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