Decir que la economía se mueve en ciclos no parece un gran descubrimiento, a estas alturas. Pero aquí me refiero a los ciclos que se producen en las políticas económicas. No son una novedad. En los años setenta parecía que la inflación era inevitable y necesaria para reducir el desempleo, pero luego tuvimos lo peor de ambos mundos, inflación y paro, y nos volvimos antiinflacionistas. Y hoy volvemos a oír voces que dicen que una inflación pequeña no es mala, sino que es necesaria para reanimar la economía. No hay nada nuevo bajo el sol.
¿Por qué se producen esas oscilaciones de política? Probablemente porque los efectos de las políticas son acumulativos y operan lentamente. Volvamos al ejemplo de la inflación. Si esta era elevada, el banco central practicaba una política monetaria que deprimía la demanda y sumía al país en una recesión. De ese episodio salíamos con una inflación moderada, pero al cabo de un tiempo alguien se daba cuenta de que añadir unas décimas al crecimiento de los precios no suponía un problema grave, y que un poco de alegría monetaria vendría bien a todos. Pero pronto el impulso monetario perdía fuerza: los salarios habían capturado a los precios, y hacía falta otro poco más de inflación… y así se repetía el experimento, hasta que había que decir basta, y el ciclo volvía a repetirse.
En esta historia un elemento importante es el juego de costes y beneficios de las políticas: los beneficios de la expansión monetaria a corto plazo son grandes, pero tienen rendimientos decrecientes, y los costes son pequeños al principio, pero crecen en el largo plazo, con efectos laterales que acaban haciendo imposible la continuidad de la política.
Otro componente importante de esa manera cíclica de hacer política económica es la creación de rigideces e inercias que dificultan la corrección y la hacen más dolorosa. Volvamos al ejemplo de la inflación. Cuando esta es alta se introduce la indización de los salarios, que protege a los trabajadores pero resta flexibilidad al mercado de trabajo. El cambio de la fase cíclica de las políticas es siempre un proceso social, política y económicamente costoso –tanto más costoso cuanto más larga haya sido la fase anterior y más rigideces se hayan introducido.
¿Hay políticas óptimas: por ejemplo, ni demasiado inflacionistas ni demasiado contractivas? Sí pero, probablemente, son inestables, al menos por dos razones (además de la ya mencionada antes, sobre los costes y beneficios del cambio de política). Una razón es el papel de los expertos: las políticas que practica un país en un momento determinado no son independientes de las ideas que los economistas han ido desarrollando en los años previos, y el proceso de formación de ideas y teorías económicas no responde solo a criterios de racionalidad.
Otra razón por la que es probable que las políticas económicas sean cíclicas es la formación de las preferencias y expectativas de los ciudadanos. Por ejemplo, a lo largo de las décadas de prosperidad económica se ha desarrollado en Europa un amplio estado del bienestar, cuya sostenibilidad discuten algunos expertos, pero que muchos ciudadanos consideran como un derecho básico. En principio, ambas posturas son conciliables: los ciudadanos deben poder escoger un conjunto de prestaciones financiadas con medios públicos, destinando para ello los recursos necesarios y aceptando las restricciones que esto impondrá –por ejemplo, en forma de menor crecimiento real, menor consumo privado, mayores impuestos, etc.
Pero el problema de la sostenibilidad subsiste, al menos por dos razones. Una: es probable que se produzca un “aprendizaje” de los ciudadanos que altere las reglas del juego. El seguro de desempleo puede ser, por ejemplo, una renta mínima que se facilita a los parados para que mantengan un nivel de vida suficiente y conserven el incentivo a volver cuanto antes al mercado de trabajo. Pero es probable que, con el tiempo, se convierta en una renta garantizada a un nivel relativamente alto, que incentive el vivir del seguro de desempleo y presione para conseguir salarios más altos.
Y con ello llegamos a la segunda razón que aquí quería señalar. Leí hace muchos años un informe firmado por un exministro de un gobierno socialista holandés, en el que explicaba cómo veía él el dilema de las políticas socialdemócratas: de un lado, el propósito de mantener un estado del bienestar generoso y una política redistributiva ambiciosa; de otro, la necesidad de mantener las políticas de estabilidad macroeconómica necesarias para que la economía alcanzase una tasa de crecimiento sostenible y suficientemente elevada, para financiar aquellas políticas sociales. O sea, conseguir el equilibrio entre engordar la vaca y sacarle toda la leche que se pueda. La alternativa entre crecimiento y redistribución sigue siendo hoy de plena actualidad. Y, claro está, acabará llevándonos de un polo a otro. Decididamente, las políticas económicas seguirán moviéndose en ciclos.
Per cert, la bona noticia és que els M.E. (mercats emergents) continuen col·locant deute amb facilitat ($9bn Russia i Sud Àfrica) i sembla que esquivarem la crisis financera en aquests països, per ara.
La inestabilidad se mide por números y eso es matemáticas. Según LP (Leonardo Polo, que se jactaba de parecerse a o que en esa época se llamaba Long Play y decía que se debía a su teoría del conocimiento) eso es consecuencia del logos.
Es decir, que las políticas macro, por ser política, no son números. Pero se reflejarán en los números (micro) a corto o a largo. Esa vinculación de lo pensado con la realidad es el logos matemático. Son hipótesis que relacionan la realidad con el pensamiento (logos) y por ello, permiten un trato matemático.
La matemática de la realidad económica a largo pasa por el corto que es micro. La vinculación macro-micro (largo-corto) ya se ha estudiado ampliamente por matemáticos de la talla de Maxwell, Stokes, Riemann, Minkowsky y Lorentz. Primero se ha aplicado a la relatividad y quántica, pero está pendiente su aplicación a otros dominios como la biología y economía que tienen logos.
Eso lleva sobre todo, al concepto de sincronismo. Pero pasa previamente por definir co-contra-relaciones que requieren espacios más generalizados que el de Debreau.
Así se llega a entender la base de la estabilidad y MEDIRLA, gracias al logos de LP. Gracias por esta entrada.