Pido perdón al lector por volver a escribir sobre las causas de esta crisis que nos está complicando la vida –y que seguirá haciéndolo durante bastante tiempo. Pero resulta que cada vez que hablo de este tema, sobre todo con no economistas, me piden más explicaciones. Porque cuando hablamos de “las causas de la crisis” estamos hablando de cosas distintas. Por eso me parece que debemos distinguir tres niveles –y si el lector prefiere otro número de niveles, no estoy dispuesto a discutir sobre ello.
El primero es el nivel técnico-económico. Lo primero que se nos ocurrió cuando estallaron los problemas, hace ahora seis años, era que eran la consecuencia de muchas causas “técnicas”. Por ejemplo, una política monetaria demasiado expansiva en Estados Unidos (tipos de interés demasiado bajos durante demasiado tiempo), unas políticas fiscales demasiado expansivas en algunos países europeos, innovaciones financieras que cambiaron las estrategias en los mercados (las subprime, la titulización, el auge de los derivados financieros), la excesiva asunción de riesgos (en entidades financieras, pero también en empresas e incluso en muchas familias), excesiva deuda también en empresas y familias y, claro, en bancos y en países, fallos en los mecanismos de regulación y control…
Llamo a este nivel técnico-económico, porque se reduce, finalmente, a variables económicas: tipos de interés, crecimiento del crédito, endeudamiento… Claro que, en cuanto enunciamos estas variables, empiezan a aparecer nuevas preguntas. ¿Por qué las políticas monetarias fueron demasiado expansivas durante demasiado tiempo? ¿Por error? Pero, ¿por qué un banco central, que se supone bien gestionado, cometió esos errores? Y, ¿tiene esto algo que ver con el excesivo endeudamiento de familias y empresas, o con la excesiva acumulación de riesgos en la banca? Con otras palabras: los fallos técnicos y económicos, ¿fueron un conjunto de casualidades, o hay un sustrato común a todo ello?
Y ya estamos en el segundo nivel, que podemos llamar de modelo económico. Y aquí empezaré dando la palabra a los economistas y a sus teorías. Por ejemplo, cuando decíamos que la gente forma expectativas “racionales” y coherentes, lo que implica que los mercados son “eficientes” y, dejados a sus propias fuerzas, se autorregulan; o que el objetivo de las empresas debe ser la maximización del valor para el accionista, porque esto es lo que garantiza el mayor bienestar (económico) para el conjunto de los ciudadanos; o la consecuencia de esto, la “teoría de la agencia”, por la que los intereses de los directivos deben alinearse con los de los accionistas, de donde se deriva la elevada remuneración de esos directivos –y los incentivos que esto produce, que llevan a la excesiva asunción de riesgos mencionada antes…
En este segundo nivel he empezado por los expertos, pero hubiese podido también haberlo hecho por los agentes económicos. Porque maximizar el valor para el accionista implica unas conductas, ya apuntadas antes: excesivo desarrollo del crédito, endeudamiento elevado, desregulación de los mercados, estrategias cortoplacistas…
Y, como el lector se habrá dado cuenta, ya estamos entrando en el tercer nivel, el que podemos llamar de modelo de sociedad, o el plano ético. Porque aquellas conductas de los agentes económicos tienen, en mi opinión, mucho que ver con algunos caracteres de las sociedades avanzadas: individualismo, utilitarismo social, emotivismo, relativismo… que luego vemos reflejados en las conductas de muchos agentes económicos: codicia, fraude, imprudencia, incompetencia…
Y todo esto tiene dos consecuencias importantes: el bloqueo de los mecanismos sociales y morales que hubiesen permitido corregir esos problemas (y que tiene que ver con la abolición de la ética en la economía y en la política), y la connivencia público-privada en esas conductas (de la que son manifestaciones la irresponsabilidad compartida por los actores económicos y políticos, la corrupción y la pérdida de confianza de los ciudadanos).
¿De qué hablamos cuando hablamos de las causas de la crisis? De cosas distintas en distintos niveles. Las de carácter técnico tienen remedios técnicos, y los gobiernos ya han tratado de aplicarlos, con mayor o menor éxito. Las del modelo económico remiten, de un lado, a defectos en las teorías vigentes, que los economistas ya tratamos de corregir (aunque tardaremos años en conseguirlo), y, de otro lado, a conductas de personas.
¿Se puede corregir estas con más regulaciones e intervenciones? Me temo que no, por dos razones. Una: el que suponemos que podría arreglarlo, el Estado, está tan en crisis como la misma economía –y no bastan unos parches para volver a hacerlo garante del bien común. Lo que me lleva a la otra razón: me temo que las soluciones institucionales y morales chocan con aspectos muy básicos de nuestra sociedad. Esto, claro, no puede ser una coartada para no hacer nada. Hay que tomar medidas, aunque sean parciales, pero siempre preguntándonos si esto va a ser suficiente, cuando pasemos al nivel superior.
Sólo puedo que aplaudir su articulo profesor y por favor no piense que es peloteo.
Leyendo los puntos 21 al 25 del Compendio de la DSE me doy cuenta que Dios ya pidió a los Israelís la obligación de perdonar la deuda para evitar las injusticias socioeconomicas que se producen de manera casi natural por el pecado original. Sinceramente, no lo veo muy factible en nuestra actual sistema económico dónde lo que importa son los bancos y no las personas.
Profesor,
No se disculpe, Ud. lo sabe mejor que nosotros, hay que conocer las causas para poder atacarlas y repetirlas una y otra vez a ver si los que gobiernan lo entienden.
Además me gusta que Ud. como muy pocos hace referencia al tema ético de la crisis, pocos lo hacen parece que esta palabra no existiera para ello.
Y además olvidaron el verdadero sentido de la economía en primero ya nos enseñaban que «La economía es la ciencia social que estudia la producción etc. para satisfacer las necesidades humanas mediante los recursos»
Olvidaron satisfacer las necesidades humanas para satisfacer a las de los mercados, ahí perdieron la ética y por eso estoy totalmente de acuerdo con Ud. la tercera causa es muy difícil de resolver, es un tema de valores y principios.
Espero que ahonde mas en el tema ético, nos beneficiara a todos.
Un saludo .
Como decía usted ayer profesor, las causas están en las incoherentes decisiones políticas (tercer nivel) que al ajustarse a técnicas incompletas (segundo nivel) llevan a más decisiones malas personales o empresariales (primer nivel).
El quid de la parte económica está en que se mide mal, monetariamente hablando. Los números que intentan refleja estos efectos están distorsionados por varias razones. Yo siempre aludo a la base anual porque es la más saltante (es geométrica y afecta a todas las instituciones de modo negativo).
Primero lo primero es decir, lo ético y operativo-económico. Pero si esto tampoco se cumple, ya que se basan en escenarios numéricos mal posicionados, el derrotero es otro completamente distinto.
Los números no son lo más importante, pero si uno se basa en números mal hechos (como el marxismo en su plusvalía «al ojo») termina peor que antes. Mejor no medir o no decir que me baso en un producto bruto que parece más bruto que producto, con perdón.
Gracia por esta populosa entrada.