Revuelo (pequeño, es verdad) en la economía española. El gobierno ha hecho un plan para desconectar los precios regulados de la evolución del Índice de Precios de Consumo (IPC) -y hay muchos precios regulados: la electricidad, el abono a las líneas telefónicas, la botella de butano, los autobuses urbanos, el metro…
Aplaudo la idea -aunque ya sé que lo que yo piense no va a interesar a casi nadie. La indiciación o indexación de los precios introduce una rigidez innecesaria. Cuando sube el IPC por cualquier causa ocasional, como un aumento del precio del petróleo o una subida del impuesto sobre el valor añadido, esos precios suben inmediatamente, de forma que el IPC vuelve a subir… La lucha contra la inflación es mucho más difícil, porque las subidas son automáticas, pero las bajadas no lo son.
Algunos ganan, claro. Los proveedores de esos servicios y los trabajadores de las empresas que proveen esos servicios, cuyos ingresos están más seguros. La competencia se reduce -no hay incentivos a bajar los precios, porque los competidores los van a subir, de todas maneras. ¿Ganar en eficiencia? Está bien, pero hace menos falta que cuando el mercado no está regulado. ¿Los consumidores? Si el precio está ligado del IPC, van a pagar más, en todo caso. El gobierno tendrá que pagar menos por sus contratos -y me parece que esta es la razón última de esta medida.
Detrás de la indiciación puede haber una idea equivocada de la justicia: si el precio del pan sube el 2%, ¿por qué el de las patatas no va a subir otro tanto? Pues… por mil razones: porque hay exceso de producción de patatas, porque la gente quiere comprar menos patatas… Mantener los precios relativos, de unos productos respecto de otros, no tiene sentido económico. Ni, por supuesto, responde a un criterio de justicia, sino más bien a la curiosa manera de pensar de los políticos o de los funcionarios, movidos, seguramente, por los lobies correspondientes.
Bien venida sea la desconexión respecto del IPC. Pero no se alegren ustedes antes de hora: el gobierno tiene planes para conectar esos precios a otros indicadores, como los costes de fabricación o de prestación del servicio. En fin, a ver qué resulta del proyecto.
A mi me interesan sus argumentos, muchas gracias Profesor.-
Aoki y Yoshikawa llaman movilidad a la dinámica que se activa cuando cambia algún precio. La movilidad hace que unos suban y otros bajen en función de la oferta-demanda pero con restricciones según esa dinámica.
Yo creo que la dinámica es más amplia que esa movilidad conceptual. Y es por razones numéricas más que «adaptables» que no quiere decir que no se ajusten adaptándose, sino que la masa monetaria, la liquidez, etc. etc.; imponen otras restricciones adicionales de tipo matemático. El profesor Lucas afirma que la economía micro-macro debe ser única, pero las matemáticas actuales (de la economía) no lo permiten.
Lo que se adapta, según LP, es el número al concepto. esto quiere decir que el precio se adapta según la causa eficiente vinculada al bien (o cadena de bienes) que se trate. Eso es lo real.
La matemática del precio tiene que ser dinámica pero por otras razones. Y es que la dinámica numérica se da en un espacio que no es el de Debreau. Y además, no por correlaciones sino contrarelaciones. Este es el origen de los desfases, que son de origen dinámico pero no por «movilidad» sino porque el precio-costo debe ser el mismo (ajustándose adaptable y formalmente) en todas partes.