Estos días está de moda recoger frases de los nuevos premios Nobel de Economía. En el blog del New York Times han dedicado un par de entradas a recoger algunas ideas destacadas de Robert J. Shiller. De una de esas entradas (aquí, en inglés) quiero hacerme eco de una explicación nada sofisticada, sobre como se siente uno en una recesión. Es del 14 de octubre de 2007, justo cuando se estaba cocinando la Gran Recesión. Decía Shiller:
«Una recesión tiene un patrón muy parecido al de la gripe. Empieza con una vaga sensación de no encontrarse bien y pronto se convierte en algo muy molesto, hasta que el paciente tiene que reducir drásticamente su actividad. Entonces, muy gradualmente, empieza un largo periodo de recuperación, en el que no le abandonan los prolongados síntomas de malestar».
Me gusta. Ya expliqué hace tiempo otra manera de ver las recesiones, que me parece también muy interesante. Lo malo de una recesión no es la caída del PIB, del empleo y de la demanda, sino la ruptura de las expectativas y el desacuerdo entre las expectativas de los agentes económicos. Cuando compré mi casa, el banco esperaba que yo le pagaría la hipoteca puntualmente, porque yo esperaba que mi empresa me mantendría empleado, y el constructor se metió a hacer la casa porque esperaba que yo la compraría y la pagaría, y así todo. El día en que el país entra en recesión, todo eso se viene abajo.
Y ya se ve que no es cuestión de bajar los impuestos, hacer una carretera nueva o reducir los tipos de interés: esa es la visión macro, que, me parece, no arregla el desajuste mencionado.
Y acabo con una pregunta: ¿explicamos todo esto a nuestros estudiantes de Económicas, cuando les hablamos de la macroeconomía moderna?
A mis alumnos les expliqué precisamente hace dos días en clase en la Universidad que es importante que sepamos las causas de esta recesión, pero no sólo las «superficiales» sino las causas últimas. Hay un problema de deuda, sí pero porqué las empresas y personas se endeudan sabiendo que quizás no podrán pagar: falta sentido de responsabilidad ante lo propio y sobre todo ante lo público.
Y otro mensaje que comentamos: además de ir a las causas más profundas, es importante ver qué APRENDEMOS con esta crisis. Pues salir sin haber aprendido nada puede ser peor.
Eso es justamente la pérdida de sincronismo. Gracias por esta entrada profesor. Es lo que necesitaba para seguir investigando.