La vida sigue. Desde ayer, Letonia es el décimoctavo miembro de la zona euro. ¡Bienvenidos a casa! Un país pobre (11.327 euros de PIB per capita), pequeño (dos millones de habitantes), que sufrió mucho en la época de la dominación soviética, y luego a la hora de independizarse de la sombra rusa, y más tarde en la crisis financiera de 2008-2009…, que se ha decidido a entrar en la maltrecha moneda única. ¿Están locos?
Me parece que no. Es una apuesta de futuro: contigo pan y cebolla, nos están diciendo. Ya sabemos, nos dicen, que tenéis problemas, que no estáis muy seguros de que el euro sobreviva, que no os ponéis de acuerdo en el futuro de vuestras instituciones… Pero… ¡hace tanto frío aquí! No frío físico, que lo hace, sino económico. Necesitamos vuestro paraguas, vuestra confianza, vuestras inversiones, la estabilidad que prometió (y cumplió) la moneda única… Queremos ser como vosotros, sentir vuestra confianza, recibir vuestra ayuda (sí, claro: es muy humano eso de pedir ayuda).
No es difícil prever su futuro a corto plazo. Les preocupa el rebrote de la inflación, como la que tuvimos nosotros, cuando un café de 100 pesetas se convirtió en un café de un euro, un 66% más caro. Pero reúne muy buenas condiciones: déficit público bajo, deuda pública baja, excelentes expectativas de crecimiento, de inversiones europeas, de oportunidades.
¡Bienvenidos otra vez! No cometáis los errores que nosotros cometimos. Bueno, no me gustaría ser aguafiestas, pero los cometeréis. A pesar de todo, esta es vuestra nueva familia. Os invitamos a cenar un día de estos… A ver si, como todo hijo nuevo, traéis un poco de alegría a esta aburrida, materialista, burocrática, envejecida familia del euro. Y ¡gracias por confiar en nosotros!