Cuando el peso de la deuda es excesivo…

Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff publican un working paper en la serie del Fondo Monetario Internacional, titulado «Crisis financiera y crisis de deuda soberana: lecciones aprendidas y lecciones olvidadas» (aquí, en inglés). Su tesis es que no es verdad que los países avanzados se comporten de manera distinta a los emergentes y, concretamente, que los avanzados no recurran a maniobras más propias de países poco serios, como dejar de pagar la deuda y cosas parecidas.

Reinhert y Rogoff ofrecen información sobre la historia de la deuda en muchos países. Aquí no me interesa tanto esa historia como el hecho de que, en los últimos meses, se vuelve a discutir frecuentemente si los países de la periferia europea podrán o no salir adelante con la carga de deuda, pública y privada, que tienen.

Pero tampoco quiero entrar en ese debate, sino referirme a las cinco soluciones que aportan esos autores para un país con un nivel de deuda respecto del PIB demasiado alto: 1) Un crecimiento elevado. Bien, pero no parece fácil, al menos para España ahora. 2) Austeridad. Ya la conocemos: cara y lenta. 3) Default explícito o reestructuración de la deuda. Es verdad que lo hemos practicado en el pasado, pero ahora no parece viable, al menos en la zona euro. 4) Inflación por sorpresa. Ya nos gustaría saber cómo conseguirla, con la demanda creciendo por debajo del 1% anual. 5) Represión financiera sostenida. Consiste en mantener los tipos de interés nominales muy bajos durante un largo periodo de tiempo, y una tasa de inflación positiva, de modo que los tipos reales sean negativos. Equivale a un impuesto que pagan los acreedores, un impuesto que confisca una parte de sus intereses.

Ya se ve que en Europa, y en Estados Unidos, y en otros muchos países, confiamos ahora en la primera solución (pero confiamos poco en ella), practicamos la segunda, no queremos oir de la tercera, nos gustaría la cuarta, y practicamos la quinta.