El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. ¿Dos? ¡Dos docenas, por lo menos! Ayer el peso experimentó una notable caída en el mercado libre (la mayor desde la crisis de 2002) cuando el banco central dejó de comprar pesos para sostener el tipo de cambio.
La historia se repite. El país empieza una política que no favorece la estabilidad, el crecimiento y la confianza de los inversores extranjeros (pero, ¿por qué han de hacer caso de los inversores extranjeros? Pues porque gastan más de lo que ingresan y tienen oportunidades de inversión que no pueden llevar a cabo sin los capitales de fuera. Y claro, los inversores extranjeros piden seguridad). Los problemas empiezan a aparecer. Son de libro de texto: si gastas más de lo que produces, tendrás inflación. El gobierno niega los problemas: si la inflación sube, cambiemos al director de la oficina estadística, para que las cifras sean las que quiere el gobierno, no las que están en la calle.
La economía sigue funcionando, porque el aguante es muy grande. Pero los problemas continúan. La gente se lleva el dinero fuera (malos patriotas, claro… ¿o quizás personas prudentes, que no quieren perder su dinero por los errores de los gobernantes?). El peso se deprecia. Esto sube el precio de los productos importados y la inflación , lo que hay que evitar. El banco central interviene comprando pesos y vendiendo dólares. Pero el volumen de dólares en las reservas se reduce peligrosamente. ¿Qué hacer? ¿Dejar que el peso se deprecie rápidamente o correr el riesgo de quedarse sin reservas? Ayer la opción fue la de dejar de apoyar el peso.
Esto, decía, es de libro de texto. Se veía venir. ¿Qué ha fallado? A lo mejor esperaban que el mercado aguantase más tiempo. O que algo ocurriría que evitaría la crisis. O que podrían echar la culpa al capitalismo internacional, a la globalización (¡qué bien, un nuevo enemigo a quien culpar de nuestros males!), a la perfidia de los inversores extranjeros o a la mala voluntad de la oposición política. El problema de fondo es: si tus políticas son inconsistentes, tarde o temprano te encontrarás con un problema como este . Tienes dos soluciones: esperar a que el problema explote, y tratar de manejarlo, o cambiar de política.
Ya se ve que esto último no figura en el léxico de algunos gobiernos. Y no solo del argentino.
Good post about Argentina tropieza de nuevo..Thanks