He dicho muchas veces que enseñar economía es fácil. En unas pocas clases se puede aprender el 70% de lo que necesita un empresario, por ejemplo. El 80% requiere cuatro años de carrera; el 90%, toda la vida, y de ahí no se pasa (peor aún: con los años uno se va dando cuenta de que lo que creía que sabía… no lo sabía, y tiene que volver a empezar).
Así empecé una conferencia el día 7 de febrero en las VII Jornadas Andaluzas de Enseñanza de Economía, en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Málaga. Intenté explicar a los asistentes, que me escucharon con gran paciencia, que la crisis económica se puede entender con gran facilidad, a partir de unos pocos instrumentos muy sencillos.
Uno: la cuenta de caja, o de ingresos y gastos. A partir de ahí (más el concepto de renta permanente), se entiende por qué las familias se endeudaron y gastaron mucho, y por qué ahora tienen serias dificultades. Esto se completa con otro instrumento sencillo: el balance, incluyendo los activos de las familias (financieros y reales) y sus pasivos (sus deudas). A partir de ahí se entiende qué quiere decir que las familias son más pobres, están demasiado endeudadas, etc.
Para explicar la crisis financiera me basé en el balance de un banco. Una vez que pones sus cuentas (activos líquidos, crédito y valores, inmuebles, en el activo, y depósitos, otros pasivos, crédito del Banco central y fondos propios, en el pasivo), es inmediato ver los problemas con que se puede enfrentar un banco: de liquidez, de solvencia y de confianza (y contagio). Y explicar cómo se pueden resolver esos problemas -de hecho, cómo se han resuelto en la crisis actual.
La crisis de la deuda soberana se explica también a partir de los mismos instrumentos de las familias: ingresos, gastos y saldo, o déficit. Es muy fácil ver cómo la crisis generó menos ingresos, más gastos y más déficit, para pasar entonces al balance: más deuda, con los consiguientes interrogantes que se hacen los mercados: ¿será solvente el gobierno? ¿Será capaz de pagar los intereses de su deuda? ¿Podrá refinanciarla? Como las familias, claro.
Y lo mismo ocurre para el conjunto del país, porque la financiación de todos los anteriores viene del exterior; hay que ver la balanza de pagos (otra vez ingresos, gastos y déficit), y el balance (la cuenta financiera: activos y pasivos del exterior).
Y para acabar de cerrar las explicaciones, la cuenta de resultados de las empresas (ingresos, gastos y, por tanto, problemas que se presentan, y por qué la crisis acaba en una reducción drástica de salarios y empleo) y su balance (otra vez el endeudamiento).
Decididamente, la economía es fácil.
Así es profesor. Enseñar economía es fácil ahora, en el 2014. Pero aprenderla se irá haciendo cada vez más difícil a medida que se vaya descubriendo lo que falta hoy a la teoría, que no es poco. Cada vez será más compleja, pero también progresará su solución. Un gran saludo latinoamerincaico.
Sí, pero sólo el 10% acepta que siendo la cosa tan sencilla (conocimientos 70%) se equivocó. Es más, las soluciones que propone ese otro 90%, en no pocas ocasiones, son «más del mismo error».
«Lo que es prudencia en la conducta privada, difícilmente puede ser locura en el gobierno de un gran reino» (Adam Smith, 1776).