¡Oh, no! ¡Otro rollo teórico sobre lo que hacen los economistas! No, tranquilo. Leí hace días una carta al editor del Financial Times, titulada «Resumida en una sola frase» (aparecida en la versión en papel del 25 de febrero). Se refiere a qué es la economía, y cita a un autor del que soy forofo, Henry Hazlitt, en su Economía en una lección:
«El arte de la economía consiste en mirar no solamente a los efectos inmediatos de una acción o una política, sino a los efectos a más largo plazo; consiste en trazar las consecuencias de esa política no solamente para un grupo, sino para todos los grupos».
Me gusta. ¡Cuánta confusión nos ahorraríamos si pensásemos como Hazlitt propone. «Hay que bajar el IVA», dicen los comerciantes, sin pensar en el tamaño del déficit, «hay que aumentar los salarios», dicen los sindicatos, sin pararse a pensar si esto creará empleo o no (más bien no, claro); «hay que dar más dinero a la educación», dicen los maestros (ojo: quieren decir que hay que subir sus sueldos), sin pensar de dónde saldrá ese dinero, es decir, qué necesidades de qué personas quedarán sin atender como consecuencia de esa propuesta.
Vaya. Resulta que la economía dice cosas sensatas.
¿Ha leído a Nassim Nicholas Taleb, ‘Antifrágil’ y ‘El cisne negro’? Es altamente contrario a de los métodos ‘soviético-harvardianos’ -como él dice- que se llevan en las intervenciones en economía. Una cosa es la teoría y otra la práctica de los economistas. Usted me perdonará, pero no puedo remediarlo.
Cuando algunos profesores se refieren a que hay que asignar más dinero a educación, puede referirse,sin duda, a cuestiones como que hay que subir sus sueldos, pero también a que los profesores no tengan que dar clase sobre asignaturas para las que no están formados, o a que no se cierren las bibliotecas en verano, o a que los ordenadores tengan más de diez años, (y se reparen con piezas de otros ordenadores de desecho), o a que el número de profesores por alumno sea creciente, por citar sólo algunas otras, sin duda menos relevantes.