Juegos, emociones y racionalidad

Hace unos días Reinhard Selten, Premio Nobel de Economia en 1994, entró en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España, con sede en Barcelona, como Académico Correspondiente por Alemania. Me costó entender su discurso de recepción; estaba muy cansado y los micrófonos no funcionaban bien. Pero encontré en «La contra» de La Vanguardia del 2 de abril una interesante entrevista, de la que extraigo algunas ideas.

La más importante es que, en las decisiones y en las negociaciones, las emociones son una mala guía. «Para comprar un piso, ponga cifras a sus emociones. No las deje flotar en su interior, sin control. Haga una lista de lo que necesita, no de lo que le gustaría tener en su casa. Este será su nivel de aspiraciones: situación, superficie, servicios… Después compruebe el precio que tienen en el mercado y reajuste su poder de compra. Recuerdo cuántas horas de trabajo le costará pagarlo. Y ponga plazos a cada etapa de la operación. Así la transformará en un algoritmo -una secuencia de decisiones concatenadas- y, al cumplirlo, evitará caer en la euforia o en la depresión, que son indeseables en la toma de una decisión que le condicionará durante la resta de su vida». Bueno, parece que el Premio Nobel no se lo dieron por casualidad… ¿no?

Le preguntaron también por las relaciones entre España y Cataluña. «Cuando se negocian emociones, el juego se convierte en un juego de suma cero, en el cual uno o todos pierden. De modo que la estrategia ganadora, la que maximiza el beneficio para todos y minimiza las pérdidas, es desactivar las emociones (…) Se trataría de no negociarlo todo al mismo tiempo, con los factores emocionales y los que no lo son incluidos todos en la misma ronda, sino, al contrario, se debería reducir la negociación a los elementos racionalizables y, por tanto, cuantificables».