Leo en un comentario político que las actuaciones de Rusia en Ucrania son una muestra de «regresión, reincidencia y revanchismo». Que comete un error, que se separa de la vía democrática de respeto de los derechos de los demás, que esta no es la manera de hacer las cosas en el siglo XXI. No lo niego.
Pero ahora párese el lector a pensar lo siguiente. Al sur de sus fronteras tiene usted un país con una parte rica, llena de rusos adictos a Rusia, que saben que vivirán mejor conectados a los rusos que en una hipotética Unión Europea, que difícilmente se pondrá de acuerdo en si conviene ayudarle, cuánto le darán y a qué precio. La población rusófila de ese país está deseando dar el salto. Usted tiene un ejército potente, que sus contrarios no tienen. La probabilidad de que la Unión Europea o los Estados Unidos entren en un conflicto armado es nula. Las sanciones que le impondrán caerán principalmente en los ciudadanos más ricos, que son los que viven del Estado, de modo que usted les podrá compensar (y, de paso, tenerlos a su lado). Y esas sanciones no irán muy lejos, porque usted tiene la llave del gas que necesita la Unión Europea. Sus ciudadanos apoyan su política, y miran con recelo a las democracias occidentales. ¿Qué hará usted?
Claro que no pretendo justificar la actuación rusa en Ucrania. Solo quiero señalar dos cosas. Una: vivimos en una cultura utilitarista, en la que los criterios éticos se reducen a cuánto gano y cuánto puedo perder; ese criterio, aplicado a la cuestión ucraniana, favorece plenamente la postura rusa. No es que los rusos sean «malos»: simplemente, están utilizando los criterios de decisión que utilizan los políticos occidentales, solo que ellos no tienen las restricciones que nos impone a nosotros la pertenencia al bloque occidental.
Dos: podemos y debemos juzgar las actuaciones de otros con nuestros criterios políticos y morales, pero si queremos negociar con ellos debemos entenderles, saber qué quieren y por qué, cuáles son sus reglas del juego y hasta dónde están dispuestos a llegar, o sea, cómo entienden ellos los derechos humanos, la dignidad de la persona y «tonterías» parecidas. Solo a partir de ese conocimiento podremos elaborar un buen mapa de negociación.
Y una moraleja: esto vale para otras muchas situaciones: la crisis financiera y el comportamiento de la banca, la posición de los países del «norte» en la crisis del euro, la actitud de los corruptos, la oposición a las reformas…
Exacto, todo problema se tiene que observar desde los dos puntos de vista. Cada prisma es muy diferente uno del otro y tiene muchas situaciones complejas.
No se pueden reducir los criterios de unidad y atractividad a la eficacia. Sería como decidir pensar sólo si me sirve para comer. El ser humano no vive para comer, pero si no come se muere, es cierto; pero pensar es mucho más que comer.
Como los Rusos lo quieren, es repudiable…… ahora me pregunto: ¿cuál sería la postura de los medios y «comunidad internacional» si los norteamericanos lo hicieran?