Continúo presentando muy brevemente algunos retos para el futuro a largo plazo, ahora para Europa (para los del mundo, ver aquí):
- El crecimiento económico de Europa va a ser bajo. La demografía actúa en su contra; de hecho, se espera caídas de la población europea de más del 0,5% anual, a partir del año próximo.
- También el crecimiento de la productividad va a ser bajo -lo viene siendo desde hace años, en comparación con Estados Unidos y con los países emergentes. Esto implica un crecimiento potencial también bajo, que algunos calculan entre el 1 y el 1,5% anual. Bad news!
- Seguirá la divergencia entre economías europeas. Los países del núcleo duro, el «norte», tienen una productividad más alta, pero decreciente; los del «sur» o la «periferia» tienen menor tasa de crecimiento, pero lentamente creciente, y tienen la carga de la deuda. Y los del Centro y Este de Europa siguen una trayectoria de lento acercamiento a los otros.
- Probablemente continuarán las diferencias entre países europeos, a la hora de entender las causas de la crisis, determinar cuáles son los culpables (aunque me parece que esto es una pérdida de tiempo), y cuáles son las soluciones (esto sí es importante, pero si no estamos de acuerdo en las causas, no tiene mucho sentido tratar de resolver los problemas)…
- Sigue faltando liderazgo real y disciplina fiscal. Hay relaciones que alguno ha calificado de «incestuosas» entre bancos y gobiernos, debates políticos disfuncionales, y muy poca visión a largo plazo.
- Pero hemos aprendido cosas, aunque lo hayamos mostrado con muy poco éxito. De hecho, el funcionamiento de algunas instituciones europeas ahora es considerablemente diferente del diseñado en el Tratado de Maastricht.
- Europa tiene retos sociales importantes: pobreza y desempleo, politicas económicas mal planteadas, y un estado del bienestar que debe ser reevaluado, sobre todo acerca de las condiciones de su financiación.
Me parece fundamental un replanteamiento del estado bienestar que permita mantener las prestaciones sociales fundamentales pero que a la vez facilite una reducción del gasto público en todos los paises de la UE y así dejen de estar lastradas la productividad por los elevados costes repercutidos por el sector público.
Los condicionantes económicos son fundamentales para mantener una Europa “como la que nos gustaba antes”: culta, rica y con un distintivo de calidad política. De todas formas, mi impresión es que esto no será posible sin un profundo cambio moral en Europa (un continente con un aterrador número de guerras civiles en el último siglo).
Los líderes políticos europeos hace ya mucho tiempo que se olvidaron de los objetivos que pudieran comportar una cierta generosidad y altura moral. Ahora los partidos abiertamente nazis han vuelto a los escenarios políticos, no con una importancia testimonial, sino con capacidad para obtener protagonismo político. No creo que nadie en 1957, (cuando se creó la Comunidad Económica Europea), pudiera imaginar algo así.
En mi opinión, los efectos de las políticas monetarias y fiscales tradicionales están fuertemente condicionados por un escenario como este.