El debate sobre el gasto sanitario no cesa. ¿Hay que reducirlo? ¿No va esto contra el legítimo derecho de los ciudadanos al estado del bienestar? Pero, ¿es sostenible? No me resisto a copiar una cita de Guillem López Casasnovas, profesor de la Universidad Pompeu Fabra, que tomo de una breve entrevista que le hacen en EcoSanidad del 19 de junio.
«O anclamos la financiación o el gasto. De otro modo, el barco va a la deriva. Si anclamos la financiación impositiva, todo aumento de gasto se ha de justificar con evaluación económica incremental. Y a menos coste-efectividad, más copago como forma de financiación no impositiva. Si anclamos el gasto, las variaciones en ingresos por la buena o mala marcha de la economía requieren ajustes selectivos de prestaciones, incluyendo delisting -sacar del catálogo- de lo que apenas tiene efectividad probada o que, aun siendo efectivo, sea de costes no recomendables con la priorización socialmente establecida. Y lo que queda fuera equivale a un copago del 100 por ciento. No se pregunte, pues, aquello de si se está o no a favor del copago: más bien si la ciudadanía prefiere una limitación explícita de prestaciones, aunque efectivas, de coste inasumible, o complementar desde el esfuerzo individual lo que ya no dé de sí el esfuerzo colectivo».
El sincronismo de corto lo pone la tecnología disponible. El de largo ya requiere expertos co-relativos. Pero la sincronización de largo exige contra-co-relaciones. Es un problema estadístico (entropía ecosistémica, no entropía física) y debe calcularse contra-relacionando, además de las correlaciones técnicas. Según el profesor Polo, el gasto será menor y hasta con posibles ahorros. Gracias de nuevo y saludos.
Apreciado profesor. ¿Ni un fin de semana de descanso?
El Prof. López Casasnovas tiene, hace años ya, muy claros los conceptos de financiación y gasto.
Y lo único que impide que el sector sanitario público, muy bueno y muy cercano al paciente (al menos en Catalunya) se libere de la tensión, es la suma de decisiones (políticas) que hay que adoptar. Y estamos lejos del consenso. Y con los años, mas lejos todavía. Cualquier decisión pasará irremediablemente por incremento de presión contributiva y copago (o sea una combinación de las 2 tendencias) y el partido/coalición política que lo proponga….perderá las elecciones. Con lo que el rugby («patada a seguir») sigue predominando. Tengo mis dudas de si realmente la ciudadanía «prefiere» alguna de ellas, porque ambas opciones no son buenas (a no ser que se cuestionen también «otros» gastos). Han pasado casi 30 años del informe Abril Martorell y hay acciones que hoy siguen siendo vigentes. Difícil incrementar el copago en época de crisis y difícil implantar dislisting con listas de espera y época electoral. No obstante, como ciudadanos debemos de sentirnos muy orgullosos del sistema publico de salud. La vocación de servicio de los profesionales suple las disfunciones.