Desde que leí Knowledge and Decisions, hace ya muuuuuchos años, me convertí en un fan de Thomas Sowell, un economista, o mejor, un científico social y político liberal (en el sentido europeo del término) norteamericano. Pero reconozco que le había perdido la pista. Por eso mi hizo gracia el titular de una entrada del blog de Greg Mankiw, titulado «Sabiduría de Thomas Sowell» (aquí, en inglés).
Mankiw tiene sus rifirrafes con Paul Krugman y, a propósito de uno de ellos, recoge unos párrafos de un comentario de una persona cuyo nombre no da, y que menciona unos texto de uno de los últimos libros de Sowell, A Conflict of Visions. Sin entrar en el tema de Mankiw vs. Krugman, reproduzco algunos párrafos de ese comentario. Sowell clasifica el espectro de posiciones políticas entre un extremo, la visión «no restringida», «que contempla una naturaleza humana muy maleable, en la que las razones de los expertos tienen una gran eficacia en la solución de los problemas de la sociedad», y otra «restringida», «que contempla la razón humana como inherentemente limitada a pequeños campos, de modo que los mejores progresos sociales vienen menos de la deliberación y más de la evolución». No que yo tenga una gran fe en la evolución social, pero me gusta la idea de que somos limitados, falibles, que ignoramos mucho sobre nosotros mismos y sobre los demás, que no tenemos la visión completa de nada, al menos en asuntos humanos, y menos aún cuando se refieren a otras personas. Por eso me gusta esa postura liberal: escucha, trata de entender, no juzgues antes de hora, trata de ponerte en la piel del otro… y no confíes demasiado en la opinión de los expertos.
Sigue Sowell: «la sinceridad es tan central a la visión no restringida [no liberal] que no la conceden fácilmente a sus adversarios, a los que suelen pintar como apologistas, si no venales, y de los que con frecuencia se dice que sus razones ‘reales’ están ‘ocultas’. Incluso cuando se concede la sinceridad a los adversarios, esto se acompaña con frecuencia a referencias a la ‘ceguera’, al ‘prejuicio’ o a la reducida capacidad de los adversarios para ir más allá del status quo». Los «restringidos» [liberales], por su parte, «no necesitan pintar a sus adversarios como estúpidos, porque conciben los procesos sociales como algo tan complejo que consideran fácil, incluso para individuos sabios y morales, estar equivocados -y a veces peligrosamente equivocados. Ellos pueden ‘hacer las peores cosas sin ser las peores personas’, como decía Burke».
¡Cuánto ganaría nuestra sociedad si aprendiésemos a conocernos mejor a nosotros mismos, a no atribuir rectitudes menos rectas a nuestros contrarios, y a estar dispuestos a escuchar siempre, siempre, siempre, a los que no piensan como nosotros.
En toda actuación social hay de los dos. Lo que obedece a cusas finales mecánicas por ser cuantificable y predecible- gracias a sus propias leyes-,lo que impone su propia causa final a lo posible -predecible, por seguir también esas leyes- y lo que es libertad pura que es totalmente opaco a esas leyes. La cosa creo que está en que no sabremos nunca si sabemos o no esas leyes que vienen dadas, pues las otras siempre creemos que las sabemos y a veces son puro capricho, pero lo sabemos! … a dónde llegaremos con esos caprichos? … eso no lo sabemos. Gracias y saludos.
Excelente, siempre, siempre, siempre escuchar a quien piensa diferente, algo de razón tendrá.