Acabo la reproducción, reconozco que algo anárquica, y los comentarios sobre las ideas vertidas por Gregorio Luri en la Revista Económica de Catalunya, a los que me he referido en entradas anteriores. El punto de vista del sociólogo, que trata desde dentro los problemas de la educación en España, se complementa ahora con algunas ideas más próximas a lo que decimos los economistas.
- «La economía capitalista requiere, para su funcionamiento efectivo, una cierta moral del trabajo basada en el esfuerzo y la postergación de la gratificación, y al mismo tiempo un estímulo al consumo y, por eso, es una moralidad hedonista y autoindulgente (…) aunque la expansión de ambas comporta el riesgo de producir ciudadanos un poco esquizofrénicos». Echo en falta, sobre todo, la primera parte.
- «A medida que se ha ido extendiendo la moral del consumo, ha ido apareciendo en nuestras aulas un nuevo tipo de alumno, el alumno cliente, que es quizás expresión del fenómeno del ciudadano-consumidor, mucho más consciente de sus derechos que de sus deberes». Probablemente porque eso ven en sus padres.
- «Muchos pedagogos parecen creer que la escuela ha de preparar a los niños para vivir en un mundo en el que el fracaso está prohibido y la solidaridad y la filantropía serán experiencias cotidianas, que habrán sustituido a la competitividad». No me cabe la menor duda de que esto es así.
- «Tenemos todo el derecho a pedir de la escuela, especialmente la escuela sostenida con fondos públicos, que no eduque contra las necesidades económicas del país, ni contra la cultura emprendedora, ni contra el valor del esfuerzo (…) Ha de saber también [la escuela] que, si un país no tiene las cuentas públicas saneadas, no puede financiar su sistema educativo». ¡Cuánto daño han hecho los maestros de las escuelas públicas, cuando han convencido a sus alumnos de que la austeridad es un robo!
- «La escuela ha de mirar directamente a la realidad, sin esconder lo que es obvio: no hay ninguna escuela gratuita. La escuela es tan poco gratuita como el sistema sanitario (…) Vive de la solidaridad colectiva y es expresión de esta solidaridad. Sería natural que se presentase las cosas a los alumnos tal como son».
Muchas ideas para darles vueltas, ¿no?