Sí, por ahora el consumo es el motor de la economía española, del lado de la demanda; en el verano estaba creciendo a tasas del 2% anual respecto del verano de 2013: una buena cifra, sin duda. A finales del año pasado el motor era la exportación; esta arrastró a la inversión en equipo y maquinaria, y esta dio confianza a los trabajadores. Ya he explicado otras veces que cuando uno entra en el despacho del gerente y este le dice: «Pasa, pasa, mira los planos de la ampliación de la fábrica… no para ahora, claro, pero algún día lo haremos…», esa persona sale confiada de ese despacho: «El jefe está pensando en crecer, no en echar gente a la calle. Mi puesto de trabajo está bastante seguro…» Y esto, sin duda, anima al consumo. Pues bien: me parece que esto es lo que hemos presenciado en los últimos meses en este país.
Esto (la recuperación de la confianza)… y algo más. La deuda de los hogares es muy alta, cerca de 1,2 veces la renta de las familias; es llevadera, porque los intereses son moderados, pero hay que reducirla. Y mientras no nos perdonen nuestras deudas, la manera convencional de devolver los créditos y las hipotecas es ahorrar. Pero las familias españolas no están ahorrando. Mejor dicho: ahorran lo necesario para pagar sus deudas, pero no más.
Esto tiene varias lecturas posibles. Una: después de un largo periodo de consumo restringido, vemos la oportunidad de «sacar la tripa de mal año» y volver a gastar «como en los viejos tiempos». Vale: pero esto no es sostenible, si el crecimiento de la renta no lo hace posible. Y aquí es donde aparece la confianza: si el jefe no me va a despedir, mis ingresos son más seguros que antes, luego puedo incrementar mi consumo… aunque me encontraré pronto con el muro de la devolución de la deuda.
Y aquí aparece otro elemento de confianza: los tipos de interés son bajos, la liquidez es abundante, el Banco Central Europeo está dispuesto a hacer todo lo necesario para que salgamos de la recesión… Luego puedo contar con que la bonanza actual se mantendrá al menos durante un tiempo.
El resultado es que las familias españolas se están olvidando de su deuda y de su ahorro. Esto es bueno hoy, pero puede ser pan para hoy hambre para mañana si, como parece, la actitud de mucha gente es la del “carpe diem” latino: aprovecha el hoy. Por ejemplo, la industria del automóvil pedía hace unos días que se adelantase el Plan Pive previsto para 2015, porque las ayudas de este año ya casi se han agotado. Estimular hoy la demanda significa generar ingresos y confianza, pero puede no ser sostenible. A la larga, el consumo no puede crecer sistemáticamente por encima del PIB. Lo hizo en los años felices, hasta 2008, y luego pagamos la fiesta con una larga recesión. ¿Podemos volver a repetir la historia?