Pido perdón al lector, porque mi manía con la falta de ética del sistema financiero internacional empieza a ser molesta, o al menos eso me temo. Pero molesta para los bancos. Y alarmante para el resto del público. Ahora es un artículo de Richard Lambert en el Financial Times del pasado 31 de octubre (aquí, en inglés). «La plaga en el corazón de la banca va más allá de unas cuantas manzanas podridas», es su título.
Y su tesis muy clara. No es cuestión de malas prácticas de unos cuantos banqueros sin escrúpulos, sino un problema de cultura de sector, que se identifica con sus líderes en unas cuantas entidades. Porque la gente se mueve de un banco a otro con gran facilidad, y se lleva sus prácticas consigo. Citando a Warren Buffet, Lambert dice que «las cinco palabras más peligrosas en el mundo de los negocios son ‘todo el mundo lo hace'».
A Lambert le preocupa la reputación del sector. Vale: es un problema generalizado, al que hay que buscar soluciones colectivas, como él explica. Pero me parece que, al final, la solución está en el despacho del gran jefe de cada una de esas entidades. Si no empezamos por ahí, el impulso reformista se acabará muy pronto. Eso sí: la lucha será larga, porque muchos en el sector no conocen otras prácticas. Como decía un experto hace tiempo (no tengo la cita aquí), es sobre todo un problema de mala gestión, porque hay gente que, cuando ve un euro, se abalanza sobre él para tomarlo, como sea.
No hay que pedir por perdón por una manía que todos tenemos.