En una entrada anterior prometí decirles lo que les dije a los antiguos alumnos del AESE de Lisboa y Oporto cuando les hablé de la corrupción. No esperen grandes recomendaciones, porque, la verdad, es que no tengo una idea muy clara de cómo erradicar la corrupción en un país en que esté bien implantada. Pero algo sí que les dije.
Primero, eliminar los incentivos. A menudo la corrupción viene de reglas del juego no claras, de gobiernos o funcionarios que tienen demasiado poder para decidir, de procedimientos demasiado complicados… Cuanto menos terrenos haya que recalificar, menos tentaciones tendrán los constructores y promotores, y los políticos y funcionarios.
Segundo, premios y castigos: buenos jueves y fiscales, controles, inspecciones. Son caros, ya lo dije, pero desaniman a algunos a caer en conductas corruptas. Puede ser injusto que por pagar unos miles de euros a un político a uno le caigan 10 años de cárcel, pero, por lo menos, esto le llevará a pensárselo dos veces.
Tercero, solucionar el difícil problema de la financiación de los partidos políticos. Muchos casos en España tiene que ver con la aparición de pagos impropios para financiar a los partidos… y a los políticos y funcionarios de los partidos que, claro, ven pasar tantos euros por encima de su mesa que, al final, se paran a pensar si ellos no podrían apropiarse de algunos.
Y más ética, como ya dije. No es «la» solución, pero no hay solución sin ética. Me fijé en tres aspectos de esa ética. Uno: profesionalidad: un buen político, un funcionario profesionalmente correcto, un directivo de empresa que merezca ese nombre, no pide extorsiones ni ofrece sobornos.
Dos, en el plano de la moral social, enseñar a la gente que las conductas inmorales, todas ellas, deben ser erradicadas. Claro que el que las practica gana mucho con ellas, pero el daño que se hace a sí mismo, a los de su entorno y a todos los ciudadanos es muy grande. Por eso este es un argumento moral, no económico o social o político.
Y tres, en la empresa, en el mercado y en la Administración pública: transparencia. Publicar todo (bueno, ya me entienden: hay cosas que no se deben publicar, pero entre ellas no están las que van contra la ley, la moral o las buenas costumbres).
Creo que el problema de la financiación de los partidos es en donde radica la mayoría de la problemática actual. Excelente articulo.
Excelente artículo. Comparto con usted los puntos que presenta. En especial creo que transparencia y un sistema judicial realmente independiente pueden ser potentes herramientas en la lucha contra la corrupción.
Un saludo,
Ricardo Vega
Totalmente de acuerdo y no sólo con usted profesor, sino con todo lo que dice Walter a quien conozco desde hace varios años pero admiro desde muchos más.
Creo que los colegios profesionales deber’ian ser el basti’on ante la corrupci’on. La esencia del profesionalismo es la ‘etica y la moral. Eso debe fortalecerse. Los colegios profesionales deben ser implacables con sus miembros que caen en esta pr’actica. Tendr’iamos, por lo menos, una instituci’on que dar’ia el ejemplo. Ante los vicios y debilidades humanas se deben levantar grandes instituciones para contrarrestarlas. No queda otra. La vida en nuestro planeta est’a marcada por la permanente lucha entre el bien y el mal. A sabiendas que nunca vamos a erradicar el mal, tenemos que luchar todos los d’ias contra ‘el. Para eso existe la iglesia, las fuerzas armadas, las fuerzas policiales, el poder judicial. Solamente para contener a Sat’an. No lo venceremos nunca, pero solo luchar permanentemente nos dignifica como seres humanos. Bajar la guardia ante la corrupci’on es caer a nivel de Sodoma y Gomorra como sociedad. Que cada cual tome su decisi’on cu’an d’ebil ser’a su existencia. O cu’an fuerte. Pero, como sociedad, debemos tener claro d’onde se encuentran nuestros refugios.
Por otro lado, debemos continuar la lucha por la igualdad de derechos y deberes humanos. Nadie es, en esencia, m’as digno que otro. Todos somos iguales, en principio. La diferencia la d’a nuestro comportamiento. Cu’an fuertes somos para llevar una vida digna.
Y los valores. Ning’un titulo, poder, situaci’on, conquista, grado, amor, tiene valor, si se adquiere con fraude, con enganho, con mentira. Mientras esta sentencia tenga sentido, mantendremos a raya a todas las debilidades humanas y estaremos salvados como raza humana.
Tambi’en transparencia, por supuesto. Tod lo que se pueda. Depende de cada naci’on. Sus costumbres y sus complejos.
Salvo error u omisi’on.
Walter Casquino
Gracias, Walter. Si te entiendo bien, ese enemigo está a nuestro alrededor, pero también dentro de nosotros. Y aquí no tenemos excusa para no luchar contra él.