No lo digo yo; lo dice Cumberland Advisors (aquí, en inglés). Me llamó la atención la inclusión de España en el título de esta entrada de su blog («Oil, Europe, good and bad & Spain»). El motivo de esa inclusión es un comentario sobre la economía sumergida y la carga fiscal, que no es lo que me ocupa aquí.
Lo de la suerte viene de la mención de un estudio de Oxford Economics sobre el impacto de la caída del precio del petróleo en Europa. Cumberland dice que España es el país de la Eurozona que más se beneficia de la caída del precio del petróleo (a 84 dólares el barril, España es el único país de Europa que tiene «inflación negativa»; a 50 dólares, todos los países de la Eurozona están en esa situación). Supongo que la ventaja española se debe a la mayor dependencia de nuestra economía respecto del petróleo importado. Y una inflación negativa tiene el mismo efecto que un aumento de la renta real del país. De ahí nuestra suerte.
Cumberland añade que una inflación negativa aumenta la probabilidad de una intervención masiva del Banco Central Europeo (quantitative easing), con su correspondiente impacto positivo en la demanda agregada y en los activos financieros.
Un último comentario, al hilo de una frase de Cumberland («las simulaciones requieren que la reducción del precio del petróleo sea duradera, para que en la economía tengan lugar cambios estructurales«). Una caída del precio del petróleo durante un tiempo aumenta la renta, pero si dura mucho tiempo puede tener otros efectos, estructurales, sobre la economía, como cambiar las ventajas comparativas de diversos sectores (y países). Pensemos, por ejemplo, en un abaratamiento duradero (de muchos años) del coste del transporte aéreo y por carretera y su impacto en la localización industrial, en el turismo, etc. Y, claro, si el precio del petróleo vuelve a subir, el efecto se volverá a invertir. De todos modos, mejor no contemos con un cambio importante: Oxford Economics toma como escenario central 84 dólares el barril en promedio en 2015, y 106 en 2016.