Me ha gustado la entrevista que la revista Ethic (n. 19) hace a Javier Gomá, director de la Fundación Juan March (en www.ethic.es). Los temas son variados, por lo que recojo aquí algunas frases suyas, que nos pueden ayudar.
Sobre la corrupción en España:
- «Muchas cosas que nos escandalizan merecen una lectura en varias direcciones». Además de criticar a los políticos irresponsables, porque tienen más responsabilidades que los ciudadanos, también hay que recordar que estos tienen algunas: «todos los ciudadanos somos responsables de que nuestro ejemplo produzca un efecto virtuoso, cívico, responsable». Y habla de la economía sumergida: no meter dinero en la caja, dice, defraudando el pago de impuestos, es también una forma de irresponsabilidad.
- «Algunas de las corrupciones que ahora nos escandalizan formaron parte durante mucho tiempo de las reglas del juego de la política, de la sociedad, por eso han pillado a tantos responsables con el pie cambiado». Lo que parecía «normal» no lo era; eran corruptelas incluidas en la «manera normal» de hacer las cosas.
- «No me parece más corrupta la España de 2014 que la de hace diez años, al contrario, está en una catarsis general de una situación que formaba parte de las reglas del juego».
- «La principal solución a la corrupción no son más leyes coactivas, sino (…) la educación del corazón (…) La primera solución a la corrupción sería que pudiéramos conseguir una sociedad en la que a la gente le apetezca lo bueno sin necesidad de premio y la repugne lo malo sin necesidad de castigo». Me parece una buena definición de la ética.
- El problema es la «muy insuficiente educación para la libertad como experiencia colectiva (…) Para acabar con la corrupción ha de haber un marco jurídico adecuado que regule unas instituciones que se vigilen mutuamente, separación de poderes…». De acuerdo: en el plano personal, una buena formación moral; en el social, una organización de la sociedad que facilite la honestidad, mejore la transparencia y el control de unas instituciones sobre otras y, al final, un sistema legal y judicial que ponga coto a los abusos.
Sobre la persona:
- «El individuo que realmente lo es, cuando muere hace que el universo entero se empobrezca, porque pierde algo único». Esa persona «tiene como privilegio su mortalidad, que lo distingue de la mortalidad abstracta, impersonal, robótica, de los seres que no son seres humanos». Gracias por recordarnos que los humanos somos muy distintos de los animales.
- La importancia de la calidad humana, de la excelencia de cada persona es importante «en esta época, particularmente cínica y descreída, desenamorada y de vuelta de todo antes de haber ido a ningún sitio, y que ni se plantea la posibilidad de algo sublime, heroico».
Sobre la ética:
- ¿Por qué tengo que hacer lo bueno, y no lo malo? «Ahí se inserta una teoría de la ejemplaridad donde el ejemplo se propone como algo persuasivo y no coactivo, donde, con gran naturalidad, en una sociedad (…) postjerárquica, postideológica, postpatriarcal, postautoritaria, aparece una teoría de la ejemplaridad igualitaria, donde se sustituye el poder de unos pocos por la persuasión de lo armónico. Lo bueno te atrae, te seduce, te enamora, porque los ejemplos atraen, empujan, arrastran». Esta sería la respuesta a la pregunta: ¿cómo podemos cambiar el mundo? Cada uno en su sitio, y con el ejemplo. Eso sí, con una gran fe, sin otra evidencia que la que Javier Gomá acaba de proponer: el ejemplo atrae, empuja, arrastra.
Apreciado Antonio:
Política y sociedad
http://agoradelpensamiento.com/2013/01/18/politica-y-sociedad/
Un cordial saludo.
Muy buen artículo, si señor, en España faltan puntos de vista, parece ser que todo está bien o está mal. Y como bien has dicho todo depende desde el punto donde se enfoque.
Un beso y espero leerte de nuevo muy pronto.
Buen post y buenos comentarios profesor. Gracias por contarnos los detalles que le impresionaron. Yo me atrevo a puntualizar que uno de los grandes problemas éticos es diferenciar medios y fines (algo que ya entreveía Kant por el 1800) pero se hace difícil cuando la misma persona, o sea un fina, se hace medio porque tiene que trabajar en algo. Es entonces cuando hay que compaginar justicia (para los fines) y prudencia (para los medios). Y lo que lo hace todavía más difícil, es que los medios técnicos (hábitos) son distintos a los medios morales (virtudes); y además, que ambos deben ser evaluados por quien pueda hacerlo con certeza: no porque fue designado para ello, como es el caso de los jueces, hoy por hoy.