Todo el mundo está nervioso con la victoria electoral de Syriza en Grecia y la amenaza del populismo, también en nuestro país. En los medios han aparecido, desde hace días, muchos comentarios y análisis, enfocados, sobre todo, a decir lo que Syriza debería hacer, lo que debería hacer la Unión Europea, Alemania, el Fondo Monetario Internacional… las consecuencias de las políticas anunciadas… Syriza no quiere pagar su deuda (bueno, esto estaba en su programa electoral). La Eurozona rechaza quitas a Grecia (hombre, claro, ¿qué quiere usted que digan?).
Solo unos pocos comentarios, sin entrar en lo que, me parece, casi todo el mundo ha dicho ya. Uno: ahora empieza la negociación, y en una negociación no diré que todo vale, pero sí que no se deben descubrir cándidamente las intenciones desde el principio. Por tanto, es lógico que Grecia (ahora ya es el país como tal, no un partido) pida el máximo posible, y que la Eurozona niegue todo lo que pueda. La propuesta, muy leída en la prensa en estos días, de que «Grecia debería…», podría ser un consejo acerca de lo que resulte al final de la negociación. Entre tanto, no nos deben asustar las posturas extremas de unos y otros. No sé qué resultará al final, pero, si la negociación es como debe ser, veremos triquiñuelas, tiras y aflojas, presiones, amenazas… como en una buena partida de mus.
Otro: En toda negociación hay componentes racionales y emotivos. Iba a decir que los griegos han votado más con el corazón que con la cabeza, pero me parece que no es así. Sospecho que muchos ciudadanos griegos saben o intuyen las terribles consecuencias que para ellos puede tener una ruptura bronca de la negociación, pero saben también que hay que negociar, que los que estaban antes en el poder no podían negociar y que, por tanto, hacen falta nuevos representantes. Por cierto, esto me lleva a considerar si la estrategia de los viejos partidos españoles para hacer frente a Podemos es la correcta o no. Si queremos un cambio de política, ¿debemos mantener nuestra confianza en los anteriores partidos?
Tercero: España no es Grecia. Ya lo sabemos, claro. Lo que no está claro es que los españoles queramos cosas distintas de los griegos. No queremos lo mismo, claro, porque las circunstancias son distintas, pero queremos, como ellos, «otro aire». Al menos, muchos lo quieren.
Me parecen unas reflexiones muy acertadas, ponderadas, pisando el suelo y con cierta sabiduría. Un análisis distinto de los simplismos ideológicos -con intereses partidistas- a los que estamos acostumbrados. Los partidos en el poder -bipartidismo- no son capaces de dar un giro a la situación estructural que nos aqueja. Podemos es el escapismo desesperado de una tabla de salvación que puede llevarnos al hundimiento. El dilema para muchos es grande: no quieren ni el mal menor ni el mal por venir, sino el bien posible; pero, este todavía está por hacer.