Algunas de las propuestas políticas que corren, tanto en nuestro país como en otros, reciben el calificativo de «populistas», habitualmente con una connotación negativa, como sinónimo de irrealizables, extremistas, ultra-izquierdistas o, según los casos, ultra-derechistas. No voy a entrar aquí en el acierto o no de esos adjetivos, ni en la ideología en que se apoyan; solo quiero hacer un comentario acerca del término «populista», tal como, me parece, se usa en la literatura de la ciencia política.
- Lo que caracteriza al populismo es la apelación al «pueblo», tanto frente a las estructuras de poder (oficial o real) como frente a los valores o ideas dominantes de la sociedad, valores que, se supone esas estructuras de poder controlan y manipulan.
- El pueblo no se identifica con otros colectivos, como la clase o la nación, ni con nociones abstractas, como la libertad. Es un colectivo de personas muy variadas, plural, inclusivo, que deciden actuar todos unidos como autodefensa ante la agresión del establsishment.
- La sociedad se configura como la oposición entre un bloque de poder (el establishment, la elite) y el pueblo.
- No es, pues, un discurso continuista: los que tienen el poder (político, económico, militar, etc.) no forman parte del pueblo; quizás lo fueron en un principio, pero se separaron de él cuando empezaron a actuar en favor de los intereses, ideas y objetivos del establishment, no los del pueblo. Por eso, las soluciones tecnocráticas que los que tienen el poder proponen no son válidas para solucionar los problemas del pueblo.
- La imagen del pueblo se configura, a lo largo de un periodo de tiempo más o menos largo, a partir de una serie de revindicaciones particulares (contra los desahucios de viviendas, contra el salvamento de los bancos, contra la pérdida de derechos laborales, contra los recortes en el gasto público, contra la subida de impuestos) hasta llegar a definir una identidad colectiva alrededor del pueblo y de los líderes que lo representan.
- Se trata, en definitiva, de la lucha contra un enemigo común, los que tienen el poder, a los que se acusa de frustrar las demandas legítimas que se vienen formulando desde hace tiempo.
- La relación entre populismo y democracia es ambigua. El movimiento popular se presenta como una forma de representación de los ciudadanos, a través de unos líderes carismáticos, yendo más allá del marco institucional de la democracia tradicional, entre, de un lado, soluciones autoritarias y no liberales, y una nueva forma radical de tradiciòn democrática, como renovación de la que fue capturada por el establishment.
- El populismo hace una llamada al pueblo para que participe activamente en un proyecto político de cambio democrático radical, de autorrealizacion y liberaciòn.
- La oposición al movimiento populista se presenta como contraria al pueblo y defensora del poder establecido.
Muy duro Alex, aunque coincida en scon la parte final de tu comentario. Deberíamos partir de asumir la responsabilidad individual de los «beneficiados» del sistema reinante, para con los «perdedores» y los «excluidos y desechados». ¿Cuál es el límite de exigencia de una persona bien alimentada, adecuadamente educada, honestamente incentivada para con otra que no tuvo nada de esas oportunidades?. Como poner coto, a la masiva indiferencia y al enfermizo individualismo? También ¿Por qué no plantearse ponerle limite a los personalismos y a la necesidad de dependencia que tiene el débil, de aquellos líderes naturales, nacidos de las circunstancias y encumbrado en la estupidez general?
¿Alcanza el diálogo de los templados, la razón de los sabios, o el coraje de los valientes para vivir en una sociedad de injusta distribución de la riqueza por todos generada?
Allá, en el viejo mundo. Acá, en la Patria Americana. Allá con mas rica historia o acá con mas riqueza natural, debemos hacer el esfuerzo donde nadie sea beneficiario, pero tampoco nadie sometido a nada, de nada.
Las políticas populistas tienen un efecto inmediato y muy efectivo. Sin embargo, a largo plazo lo que la gente (el pueblo) quiere es tener más dinero y vivir mejor. Al final ganará el mejor asesor fiscal, el que mejor gestione el dinero.
Es una herencia comunista, que pasa por las luchas burguesas previas. Es un sentimiento clasista que, por ser sentimental, se queda a nivel de feedback y no del sistema completo (aunque el feedback sea un correctivo imprescindible. Atacan por el lado de falta de control porque piensan que la elite no mide sus decisiones o su vara de medida está segada a su favor: debe ser porque así toman ellos sus decisiones sea por falta de tiempo o por falta de instrumentos adecuados. Lo cierto es que pensar que las decisiones no deben ser «medibles» económicamente cuando tienen más carga social o afectiva que económica, inhibe a encargarles la caja, aunque sea la chica. Mucho sentimentalismo. Se sitúan a nivel de «especie productiva» y no llegan ni siquiera al nivel de sentimentalismo (retroalimentado) que proponen. Primero debería conocérsele por sus virtudes para vislumbrar la calidad decisional, personal que desean ostentar.
El populismo ,llevado al extremo ,peca de autoritario en sus jerarcas de turno, peca en relajar la responsabilidad individual y a la vez el desarrollo personal que por consecuencia genera un desarrollo social, estima como derecho la asistencia indiscriminada y a la vez sostenida sobre mayores impuestos , genera una sobre-carga de costos al sector productivo , por ende una falta de competencia en la industria y menos fuentes de empleo ,siendo en ese camino a la vez enemigo de la realización individual ,todo sostenido por un modelo imaginario que otro paga ,y asi termina siendo una maquina social del ocio , de la dependencia y de la frustración , cierra las oportunidades reales en la oportunidad jerarca-dependiente , es bueno en la teoría pero perverso en la practica , y como dijo un amigo «son jerarcas dispuestos a repartir lo que no es de ellos y lo de ellos tiene mayor derecho privado que lo de todos»