Hace tiempo leí un informe, no me acuerdo de quién, que recomendaba tener un sistema financiero muy variado, con instituciones dirigidas a mercados diferentes, con estrategias diferentes. Es lógico: si todas las instituciones siguen las mismas estrategias, los riesgos se multiplican. Se supone que los tests de estrés y otras pruebas de este tipo tratan de identificar los riesgos de una entidad. Pero si el balance de esa entidad es similar al de otras, esto quiere decir que los riesgos de una son riesgos de todas. Por tanto, el riesgo del agregado es mucho mayor.
Gillian Tett señalaba esto en el Financial Times del 6 de marzo (aquí, en inglés), a propósito de las pruebas de estrés de la banca europea superadas brillantemente por muchas instituciones. Haciendo referencia a un estudio de la Office of Financial Research del Tesoro del Reino Unido, Tett hace notar que, como lo que piden los reguladores y supervisores es bien conocido y común a todas las entidades, todas ellas tratan de cumplir los requisitos señalados. Y como el número de buenos consultores es limitado, todos acuden a los mismos consejeros, que les ofrecen las mismas recetas.
El resultado es que las entidades financiera «le han tomado el tranquillo» a los reguladores, y procuran que los resultados de sus tests sean los «correctos». «Lo que los modelos no pueden medir es la posibilidad de que los bancos actúen en rebaño, creando el riesgo de pánicos financieros». Un problema conocido desde antiguo, de cuando éramos estudiantes y aprendimos a juzgar a nuestros profesores, para entender no lo que debíamos saber, sino lo que ellos esperaban de nosotros, para pasar el curso sin problemas. Al final, la banca es como una clase de chicos y chicas listos, pero problemáticos.
Estoy totalmente de acuerdo: la uniformidad aumenta los riesgos. Esto es justamente lo que sucede durante los períodos de grandes crisis como la de 2007-2009. Cuando todos, bancos y otros, quieren deshacerse de determinados activos, pero no hay quienes están dispuestos a comprarlos, entonces las cotizaciones caen con volúmenes muy pequeños, ya que hay muchos vendedores y pocos compradores.
A este propósito vale la pena leer el famoso paper de Raguram Rajan (profesor de la Booth Business School de Chicago, actualmente Gobernador del Banco Central de la India) de 2005 «Has Financial Development Made the World Riskier?» y más aún la breve discusión de Hyun Song Shin quien presenta como ejemplo lo que pasó con la Millenium Bridge de Londres.
Otro ejemplo interesante – que cito en base a mi memoria – son las estimaciones de riesgo por su participación en el mercado sub-prime, efectuadas por la UBS, comparadas con lo que efectivamente pasó luego de explotar la crisis sub-prime: durante los años 2005-2006 el banco mencionado estimaba su riesgo en 500-700 millones de USD (si bien recuerdo), pero luego – en el ámbito de la operación de salvataje, llevada a cabo a través del Banco Central Suizo (BNS) – tuvo que pasar a la fundación expresamente creada por la BNS alrededor de 46 mil millones de USD en créditos de difícil recuperación! Evidentemente las estimaciones de riesgo, efectuadas en períodos normales, tranquilos, no tienen absolutamente ninguna relación con los riesgos que efectivamente surgen cuando explota una crisis. Y esto se debe justamente al hecho de que, durante una crisis, no hay diversidad, sino que todas o por lo menos la mayoría de las instituciones tratan de poner en práctica las mismas operaciones para intentar de cubrir sus riesgos.
El riesgo aumenta y se propaga porque los resultados se calculan anualmente. Pero es un error que genera las distorsiones no solo cuantitativas sino cualitativas. Y es que, al forzar la sincronización anual, se fuerza una superposición cíclica que no existe, sino que deberían interferirse esos ciclos diversificando el riesgo.