El enemigo es uno de nosotros

No estoy defendiendo una teoría de la conspiración, de esa que gusta tanto a algunos «pensadores» cuando las cosas van mal dadas. La idea me viene de la lectura de una crítica del libro de Karl Schlögel «Terror y utopía. Moscú 1937» (y reconozco que no he leído el libro, aunque me gustaría poder hacerlo, pero la vida ya no me da para tantas cosas buenas a las que no llego).

La tesis del libro (y pido perdón de nuevo, por hablar de oídas) parece ser que una de las cosas que caracterizan a los estados totalitarios es la absoluto indefensión del ciudadano ante el Estado todopoderoso. Pero Schlögel distingue entre, por ejemplo, el Estado nazi y el comunista de Stalin. Para los nazis, el enemigo era «de fuera», alguien a quien se identifica como «distinto» de nosotros, causante de nuestros males y merecedor de nuestro odio. Pero en tiempos de Stalin, dice, no hay diferencia entre amigo y enemigo: cualquiera puede ser el enemigo, yo mismo puedo ser declarado enemigo, o sea, parásito, espía, saboteador, responsable de envenenar el agua, de destruir la cosecha o de provocar una epidemia.

 

La historia me interesa, pero lo que este tema me sugiere no es algo que ocurrió en Rusia hace ochenta años. El argumento está vivo en ciertas posturas políticas e ideológicas que corren hoy por nuestras tierras. Y basta pensar en lo que quedó de aquella utopía del terror cuando este se acabó y llegó la libertad, para empezar a preocuparnos: un país desmoralizado, en el que el robo era la regla para sobrevivir, en que vivir significa medrar a costa de los otros, sin instituciones sobre las que edificar algo. Y sin memoria histórica. ¡Oh, cielos!

One thought on “El enemigo es uno de nosotros

  1. La cuestión está en la pregunta: ¿quién es de los «nuestros»? O sea, quién consideras, consideramos, consideran, que forman o formamos el nosotros.

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