En una entrada anterior llamaba la atención de los problemas del sistema financiero español en la actualidad, invitando a la prudencia en la toma de decisiones políticas, reguladoras, de gobierno de las organizaciones y de gestión financiera. Ahora quiero hacer otra llamada de atención, de la mano de un breve artículo de Roberto Casado, desde Londres, en Expansión del 16 de junio.
El tema es el sector inmobiliario. Me ha parecido ver mucha complacencia en ese sector, a raíz de la recuperación de los precios del suelo y de la vivienda, de las ventas de inmuebles y del crecimiento de las hipotecas. Me suena a «bueno, ya está; por fin se ha acabado la crisis inmobiliaria; volvamos cuanto antes a los años buenos». Un argumento vendido por los inmobiliarios, los constructores, los bancos (para quitarse de encima los pisos y amortizar los créditos dudosos), los ayuntamientos (que ven ahí la posibilidad de recuperar los ingresos que perdieron en la crisis), los políticos…
El artículo que menciono se hace eco del desembarco de los grandes fondos inmobiliarios en España, atraídos por los bajos precios que han resultado de la crisis. Pero señala que «el ladrillo español, tras iniciar su remontada de precios, especialmente en los mejores activos, no ofrece una rentabilidad suficientemente alta». Y da alguna cifra para avalar esta sentencia.
La Caixa y BBVA han publicado en las últimas semanas sendos informes sobre el sector, positivos, optimistas, como corresponde a entidades financieras interesadas en el inmobiliario, pero dejando claro que el stock de viviendas sin vender es todavía demasiado grande, el crecimiento esperado del número de hogares es muy inferior al de los años buenos, el precio de la vivienda en proporción a la renta familiar sigue siendo alto, la recuperación de la renta familiar no es definitiva y, por tanto, que queda crisis para rato. Claro que algunos buenos inmuebles se están colocando ya, y muy bien, pero el sector en su conjunto está lejos de los años buenos.
El artículo acaba indicando que «el mayor problema es ‘la falta de opciones de salida para los compradores’. ¿A quién vender los activos inmobiliarios en el futuro?».
Una salida será como siempre insisto (y lo sustento en La Constante) «buscar» verdaderos vínculos micro-macro, que sin duda se perciben mejor desde la sincronía y los ciclos no-anuales. ¿no le parece, profesor?