Carlo Graziani, un buen amigo mío que vive en Suiza, me envió hace unos meses una historieta que me llamó la atención. Contaba que, en sus tiempos de estudiante de economía, un prestigioso profesor visitante preguntó en la última clase de un curso, qué medidas económicas, puramente económicas, se les ocurrirían si recibiesen en encargo de su gobierno de destruir -sí, destruir- su economía. Los alumnos se pusieron manos a la obra, y apareció rápidamente una larga lista: controles de precios y tipos de interés, salarios mínimos elevados, prohibiciones de despido, impuestos elevados y arbitrarios, tipos de cambio múltiples, permisos obligatorios para importar y exportar… Y, claro, todo esto exigía más funcionarios y oficinas públicas, impuestos más altos, la aprobación de esos planes en el parlamento…
Después de ese listado, el profesor les preguntó cuántas de estas medidas se estaban aplicando en países que ellos conociesen. Salió algo más del 80%. O sea, un porcentaje elevadísimo de esas «medidas económicas de destrucción masiva» habían sido imaginadas, diseñadas, propuestas, aprobadas y ejecutadas. Y no hace falta visitar Corea del Norte o Venezuela para conocerlas de primera mano.
¿Qué consecuencias se me ocurren de esta historieta? Que la ignorancia económica es mucho más extensa de lo que parece, entre ciudadanos, políticos, medios de comunicación y… también entre científicos sociales. Que los políticos y los ciudadanos no se dan cuenta de que las explicaciones que damos a esas propuestas no tienen en cuenta los verdaderos efectos nocivos que van a tener. Que se puede engañar a muchos, impunemente, incluso durante muchos años: cuando llegue el momento, ya encontraremos alguien a quien echarle la culpa. Que es necesario conocer las instituciones de un país, para darse cuenta de por dónde discurrirán los efectos de esas medidas. Que las buenas intenciones no bastan.
Lamentablemente estas cosas corresponden a la verdad. Y gracias a la tecnología moderna podemos seguir de cerca, p.ej., la «Crónaca (sádica) de una muerte (de un experimento socialista del siglo XXI) anunciada». Obviamente me estoy refiriendo a Venezuela. Basta echar una ojeada diaria a los siguientes sitios internet: http://www.maduradas.com/ y https://dolartoday.com/ .
Pero lo triste es que estas cosas no suceden sólo en Venezuela o Corea del Norte. En todos los países hay – para decirlo en los términos de la nota – elementos de sadismo económico en mayor o menor medida. (Habiendo transcurrido más de 40 años desde aquella clase, se puede revelar que el país analizado en la clase mencionada en la nota del prof. Argandoña, ha sido… Italia!) Pero hasta en Suiza que es uno de los países más libres del mundo, si nos metemos a analizar los detalles de muchas medidas de política económica, encontraríamos elementos de sadismo económico…
Qué casualidad profesor justo comentábamos en qué hay que hacer para destruir las familias y adivine que sale!!!!
¡Excelente post profesor! (la pena es que es verdad….. 🙁 )