Gran escándalo: Volkswagen manipuló algunos de sus automóviles vendidos en Estados Unidos, para ocultar las verdaderas emisiones de óxido de nitrógeno. El caso se acaba aquí: eso está mal, y punto. Bueno, no se acaba aquí, porque puede tener muchas ramificaciones. Lo que a mí me interesa ahora es saber por qué se produjo esto. Porque, si no tenemos una respuesta adecuada a esta pregunta, no sabremos qué hay que hacer para evitar que se produzca. He aquí algunas de las respuestas posibles:
- Es casi imposible observar todos estos preceptos. ¡hay tantos y cuestan tan caros!
- Es un asunto legal, y la ley se cumple si es posible, y no se cumple si se gana más de esta manera (siempre que no acabes en la cárcel o con una fuerte multa). Cumplir o no es optativo: es cumplir o pagar la multa (y perder casi un 19% del valor de la acción en bolsa en un día, pero eso forma parte del cálculo coste-beneficio).
- Hay que reducir los costes. Y esta es una buena manera de hacerlo.
- La competencia es muy intensa. El mercado es una jungla.
- Las decisiones son complejas, hay tantas cosas que hay que mirar.
- Lo hicimos una vez, porque no quedaba otro remedio, y luego seguimos haciéndolo.
- Nos valoran por los resultados, no por decir la verdad.
- Nos pagan por vender coches, no por contaminar menos.
- Eso del medio ambiente son músicas celestiales. Lo que cuenta es la cuenta de resultados.
- ¡Nos habían salido unos coches tan buenos, que daba pena no aprovechar, aunque tuviesen algún fallo!
- Sospecho que hay alguien que está deseando perjudicarnos en esto. No hay para tanto.
- Yo ya vía que esto no estaba bien, pero… ¿quién se atreve a decirlo?
- Lo dije a mi jefe, pero me dijo que me olvidase. Y, ya se sabe, el que se mueve no sale en la foto.
- ¿Cómo podía yo llevar la contraria a todo el departamento técnico, que ya conocía el problema?
- ¡Uf!, esto lo hacen todos; lo que pasa es que nos han descubierto a nosotros…
- El problema es técnico, el fallo ha sido técnico, y no tiene nada que ver con la moral. Nosotros no somos la mafia, ni traficamos con niños.
- Hicimos las cuentas, pero era demasiado caro arreglarlo.
- Ya damos mucho dinero para obras de filantropía, hemos compensado el mal que pudimos haber hecho.
- ¡Oh!, viene de antiguo, ¿no? Yo pensé que ya lo habrían arreglado.
- Claro que está mal, pero tenemos otras muchas cosas más urgentes a las que prestar atención.
- Si el cliente se cree que, por ese precio, le vamos a dar un coche sin problemas, la culpa es suya.
- Cada departamento juzga las cosas según sus objetivos, de modo que no es mi responsabilidad.
- La tarea del regulador es controlar estas cosas, ¿no? ¿Por qué no lo ha hecho?
- Claro que había que arreglarlo, pero, ¿y mi bonus?
- Si hay un problema, la cuipa es de los inversores, que nos aprietan cada día más.
Hay más, muchos más, argumentos. Insisto: no basta decir que eso está mal, hay que tratar de entender por qué alguien hizo algo mal –alguien, no: muchas personas, en muchos lugares distintos, durante mucho tiempo, y mirando hacia otro lado. Si no, no seremos capaces de arreglarlo. Lo que ahora harán es incrementar los controles y los costes, pero el problema no está ahí.
No. El problema es complejo. Empresa, sociedad, consumidor, usuario…Aunque parezca echar balones fuera hay bienes y servicios que necesitamos y están contaminados ¿ hasta qué punto el consumidor es éticamente responsable? Podría evitar comprar esos bienes (piensa globalmente, actúa localmente…dicen los ecologistas) pero ¿cuáles son? VW y algunos otros detectados. Yo soy usuario de VW y estoy cabreado con su conducta. Están obligados, amén de las responsabilidades legales, a hacer un auténtico lavado de imagen que no se limite a lo superficial, recuperar la confianza con algo más que gestos, actuar con una transparencia exquisita, casi refundarse como empresa y dar ejemplo. Esto vale para todo el que se mueve en terreno prohibido. Se puede hacer casi todo ¡uff! casi, pero advirtiendo acerca de las consecuencias para el consumidor, usuario, etc., el destinatario tiene que ser capaz de asumir esa responsabilidad ‘informada’. Somos esclavos del tinglado que hemos montado para lo bueno y lo malo. La libertad no tiene precio ni debe asumir ningún coste adulterado.
La responsabilidad ética y social de las que tanto alardean las empresas no debe permitirse quebrantos de semejante calibre. Juguemos limpio