En esta época de terrorismo, amenazas y guerras más o menos encubiertas, me gustaría mencionar una entrada en blogs.aceprensa.com, del 16 de diciembre de 2014, titulada «La normalización de la tortura». No, no quiero sugerir que haya que torturar a los terroristas, sino que la manera de tratarlos es importante. No por ellos, o no solo por ellos, sino, sobre todo, por nosotros mismos. Y lo que proponemos hacer con ellos tiene mucho que ver con lo que hacemos con otros. Y, claro, con lo que ellos hacen con nosotros.
La entrada que cito empieza alrededor de la pregunta: «¿Está usted a favor o en contra del uso de la tortura?». Copio: «Haya sido o no útil, la aceptación de la tortura no depende de su efectividad». Vuelvo a aclarar que no hablo de la tortura, sino de algo mucho más amplio: nuestra manera de tratar a otras personas, también a los que nos hacen daño. «El uso de la tortura compromete lo que más nos distingue de nuestros enemgios, nuestra creencia en que toda persona, incluso los enemigos capturados, tiene derechos humanos básicos (…) Esta cuestión no tiene que ver con nuestros enemigos, sino con nosotros mismos. Se trtata de quiénes éramos, quiénes somos y quiénes queremos ser. Tiene que ver con el modo en que nos presentamos al mundo».
La clave está en si los principios se sacrifican en razón de una ‘buena causa’. «Prácticas ‘normalizadas’ como el recurso al aborto para defender la autonomía de la mujer; la experimentación de los embriones humanos en nombre del avance de la investigación científica; el desahucio de la vivienda para no comprometer la solvencia bancaria; el recurso a los ‘vientres de alquiler’ para satisfacer los deseos de paternidad frustrada… En esos y otros casos, las objeciones de principio parecen escrúpulos morales caducos, que deben ser orillados para satisfacer exigencias perentorias de la mayoría social (…) Pero el viejo principio de que el fin no justifica los medios sigue siendo tan actual como siempre».
muy interesante el artículo…
«por una buena causa», el problema es que los terroristas también creen que lo hacen por una buena causa