Como estamos en vísperas de elecciones, los medios nos llenan cada día de noticias y comentarios sobre los candidatos y los partidos. No pensaba escribir sobre esto, pero vi un articulo de John Kay en el Financial Times del 16 de diciembre, titulado «No hay dinero detrás del árbol fiscal». El título se debe a un frase de un senador norteamericano, que decía: «No me ponga impuestos a mí, póngaselos al que está detrás de aquel árbol». Aquel árbol, claro, no existe. El senador se refería a los que dicen que, cobrando impuestos a los que no los pagan, podríamos resolver todos los problemas de la financiación de las administraciones públicas. Kay pone algunos ejemplos, y no me resisto a resumir brevemente el primero: Christian Aid, una onegé, denunciaba la importación de 66 millones de frigoríficos de China a España en el año 2007, desviando los beneficios para no pagar impuestos, lo que hubiese permitido financiar no sé cuántas escuelas y hospitales en todo el mundo. Kay argumenta, lacónicamente, que no se habían podido importar 66 millones de frigoríficos, porque en España solo hay 18 millones de familias.
Llevamos ya tiempo oyendo que hay que obligar a los ricos a pagar impuestos, porque esto resolvería muchos problemas. No dicen cómo se consigue esto. Y, por supuesto, tampoco explican cuánto durarían esos fondos. Si obligamos a las multinacionales a pagar todos sus impuestos en España, lo lógico es que unas cuantas de ellas se trasladen a otros países, en cuyo caso la gallina de los huevos de oro fallecería. Por otro lado, quitando el 50% de la riqueza de los más ricos podríamos solucionar los problemas de los más pobres… una sola vez. El año que viene volverían a estar en el paro, o a no poder pagar su hipoteca, y si no les ofrecemos un empleo duradero y bien pagado, no habremos arreglado nada.
Pero no quiero hablar de utopías fiscales. Quiero hablar de la forma de hacer propaganda política que hemos presenciado estos días. Los argumentos más frecuentes son los negativos: tú eres un corrupto, tú has echado a perder el país, tú debes marcharte… Los positivos son menos, y pertenecen al género de «promete, que algo queda»: bajaremos impuestos, aumentaremos gastos, todo irá mejor. Por supuesto, nadie explica cómo conseguirán que un país como el nuestro sea capaz de generar los aumentos de gasto que prometen sin incurrir en la deuda que ellos mismos crearon en el auge anterior. De modo que en las próximas elecciones volveremos a oir los mismos argumentos.
No me hago ilusiones acerca de la capacidad de nuestros ciudadanos para saber descubrir algo inteligente en las propuestas de nuestros políticos. Pero sí me gustaría sugerir «otro modo» de hacer esta propaganda política. A mí me gustaría que empezasen con un diagnóstico de nuestros problemas, debidamente razonado. Luego, con unas prioridades: como los problemas son muchos, habrá que prestar atención a lo más urgentes y/o a lo más importante. Luego, algunos criterios básicos, líneas rojas que no queremos traspasar. Y, finalmente, propuestas concretas, orientadas a aquellos problemas y coherentes con esos criterios básicos, cuantificadas y con calendario.
Me quiero imaginar un debate de los que hemos visto en estos días pasados, en el que uno de los candidatos presentase sus propuestas con los cuatro pasos separados, y preguntase a sus contertulios por sus diagnósticos, sus prioridades y sus criterios, antes de presentar sus propuestas. ¿Utópico? Bueno, Einstein decía que, si se hacen las mismas cosas que en el pasado, no se puede pretender obtener unos resultados diferentes.
Este tema me apasiona, gracias por compartir tus conocimientos, desearia temas sobre Marketing Politico
Una de las cosas buenas que hizo Einstein, profesor; fue imponer el uso de las contra relaciones para los números de la física y así explicó muchas cosas que antes no podían entenderse co-relacionando … Hoy en día, ya se aisló el Bosón de Higgs que ni siquiera se hipotetizaba en la época de Einstein y es uno de los éxitos de sus logificaciones sincrónicas gracias a saber usar los números, o sea, la matemática. Pero ni creo que los políticos puedan siquiera aplicar y explicar, lo que no entienden.