Leo en Catdiàleg.cat una noticia sobre «el gran gasto de los aeropuertos fantasma». Ya lo sabíamos, aunque siempre es bueno que a uno le recuerden algunas cifras. Por el aeropuerto de Salamanca pasan 4,5 viajeros al día, en promedio; por el de Burgos 8, y por el de León, 31. Todos viven de la subvención pública, y se gastan millones en buscar nuevos clientes que, claro, no vienen.
La moraleja que solemos sacar los ciudadanos es que quienes tomaron las decisiones equivocadas deberían pagarlo, porque no se trata de un simple error de cálculo, sino de un manifiesto despropósito. Pero aquí quiero sacar otra conclusión, apoyada en la ciencia económica.
Lo pasado, pasado está, dice el refrán español. Bygones are bygones, dicen los anglosajones, que viene a ser lo mismo. Cometimos un error en el pasado, pero eso no tiene por qué obligarnos a mantener el error en el futuro. Esto no nos ahorra las consecuencias del error: si bebiste demasiado ayer por la noche, hoy toca resaca, y si montaste un aeropurto ruinoso, alguien tendrá que pagar la deuda. Pero en las decisiones económicas el criterio debe ser otro. Si construiste en el pasado un aeropuerto sin utilidad, no tienes por qué mantenerlo: no alargues tu error en el tiempo.
Pero ya tenemos el aeropuerto…, me dice el alcalde de la población. De acuerdo: pero esto no justifica que tengas que mantener el aeropuerto en el futuro. La decisión que tienes que tomar ahora es: tengo un gran edificio y unas pistas, ¿cuál es el mejor uso que pueda dar a todo esto? De acuerdo, eso es un aeropuerto, pero no necesariamente lo tienes que usar como tal aeropuerto. Es una decisión económica: lo que ya me costó, ya pasó, no puedo volver al pasado. La decisión es qué hago, a partir de ahora, con esas instalaciones. ¿Las he de mantener? ¿Cuánto me cuestan cada año, y qué rendimiento (neto, después de gastos) puedo sacarles? Si no compensa, no compensa; añade tu valoración sobre las consecuencias de tener unas instalaciones que se irán cayendo (peligro para las vidas de los que paseen por allí, nidos de ratas, okupas…), haz una estimación (realista) de cuántos aviones pueden venir en los prósimos años, y mira qué te conviene hacer. ¿Puedes darle otros usos? ¿Puedes montar un polígono industrial allí, habilitarlo como viviendas u oficinas…? No olvides añadir todos tus gastos, incluyendo la subvención al transporte que tendrás que conceder a los que vayan a trabajar o a vivir allí… ¿Puedo animar a las compañías aéreas a usar el aeropuerto? Otra vez, calcula los ingresos (también los que repercutirán en los hoteles locales, en las tiendas, etc.) y los gastos, todos los gastos, todos. Y no olvides que tus ayudas compiten con las de otras 16 comunidades autónomas, que quieren llenar también sus aeropuertos o sus ciudades.
Y si no salen los números, cuéntaselo a tus ciudadanos. Y si ellos están dispuestos a pagar por el orgullo de tener un aeropuerto local, que lo hagan. Pero que sepan cuánto les costará. ¡Ah!, y no pidas al gobierno central que te lo subvencione, porque esto obligaría a pagar a los que no tienen por qué hacerlo. Y si consigues que paguen, piensa si no habrá otros usos más eficientes de ese dinero. Recuerda que tendrás grupos de interés que querrán mantener el aeropuerto a toda costa… siempre que el coste de hacerlo no recaiga sobre ellos. Y lo que digo de los aeropuertos vale para muchas instalaciones, públicas o privadas. Lo pasado, pasado está.
Excelente artículo es correcto y comparto mi opinion.
Leo asiduamente sus post, es interesante su punto de vista, aunque no lo comparto en un 100% en la mayoria de ellos si, le doy gracias por compartir sus ideas en este blog, y en muchos casos darnos la posibilidad de entender muchos temas que no se hablan habitualmente, aqui seguire siempre leyendo sus aportes, porque se aprende mucho de personas como usted. Gracias.
El pasado es pasado, futuro está viniendo y prepárate para eso. Feliz Año Nuevo 2016