Eso parece: en vez de una Unión Europea (UE), una Desunión Europea. Todos los días nos los recuerdan los titulares de periódico y las noticias de la tele, a propósito de las crisis de los refugiados, los conflictos en otros países, los bloqueos de la unión económica, fiscal, monetaria, bancaria… Aceprensa (aquí) recoge unas ideas de Enrique Banús, experto en temas europeos, sobre lo que nos pasa.
“El proyecto europeo siempre ha tenido crisis, y crisis muy serias. Ya no nos acordamos de que en 1965 Francia se retiró de toda negociación por sus discrepancias en la política agrícola, que allí es un tema fundamental. Fue la famosa ‘crisis de la silla vacía’, que puso en duda la capacidad de actuación de las entonces Comunidades Europeas. Otra crisis gravísima fue la dimisión en bloque de toda la Comisión Europea, en 1999”. Su diagnóstico es que ahora «existe una crisis de liderazgo y consecuentemente de proyecto. Falta alguien que lidere”.
Banús recuerda las claves en las que se apoya el proyecto de UE. La primera es la cesión de soberanía: con la creación del Mercado Común en los años 1950, los dirigentes europeos reconocieron que no podían decidir por su cuenta, sino que tenían que ponerse de acuerdo entre ellos. Era la manera de evitar acabar como en la primera y la segunda guerra mundiales, pero entonces, hace seis décadas, estaba muy claro el coste de no renunciar a algo de soberanía, ahora ya nos hemos olvidado de esto… : «la UE no es un club de amigos. No nos une el hecho de que a todos nos gusta lo mismo. Pero hemos decidido que vamos a hablar, que ya no puede ir cada Estado por su cuenta.”
«Y junto a esta idea-fuerza, Banús señala otras cuatro que apuntalan el proyecto europeo: la creación de unas instituciones propias, que son las que deciden sobre la base de lo que han negociado los Estados pero que no dependen totalmente de ellos; el Derecho comunitario, vinculante y con un intérprete propio, que es el Tribunal de Justicia de la Unión Europea; el espacio de libre circulación, que se ofrece primero a los trabajadores y que luego se amplía a todos los ciudadanos; y, por último, la idea de que la UE tiene las competencias que le han cedido los Estados, ni más ni menos, pues ellos son los dueños y señores de la integración europea”.
Decididamente, falta liderazgo político, pero yo diría que también falta convencimiento europeísta entre la población, que se acostumbra muy fácilmente a las ventajas y se hace demasiado sensible a los inconvenientes. «Aquí es donde entra en escena la mala comunicación. Bruselas insiste en la necesidad de (…) medidas económicas, pero no las presenta dentro de un proyecto más amplio, que como todo proyecto tiene aspectos positivos y negativos. Los líderes políticos no saben comunicar las ventajas del conjunto. Y los medios de comunicación tampoco ayudan: están más preocupados por encontrar piedras en el zapato que por hablar del zapato”.
¿Se solucionaría el desencanto con la UE si hubiera una especie de “unión a la carta”, en la que cada Estado decidiera su grado de compromiso con el proyecto europeo? Banús cree que no. “Eso solo multiplicaría la burocracia».
Bueno, tal como están las cosas, me parece que tendremos que acostumbrarnos a ir de crisis en crisis, al menos mientras los ciudadanos no nos paremos a pensar qué ganamos con la UE y qué perderíamos si desapareciera. Es muy fácil tirarla por la ventana, y hay muchos que lo intentan. Lo que no es tan fácil es bajar a la calle a recoger lo que quede de la UE destrozada, para intentar arreglarla, sin necesidad de pasar por una tercera guerra mundial.
Estimado Antonio:
Creo que poco a poco nos hemos ido alejando de los fundamentos que dieron origen, a la Unión Europea, que principalmente anhelaban la paz y se fundamentaba en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa como base para superar sus antiguas divisiones y forjar un destino común.
A pesar de los éxitos, como el Mercado Único Europeo, que bajo mi punto de vista es uno de los grandes logros de nuestro tiempo. Este espacio económico, donde bienes, servicios, capital y trabajo pueden circular libremente, proporciona una buena base para la prosperidad en la Unión Europea y donde merece la pena seguir trabajando juntos para potenciar la economía, generar empleo y acabar con la crisis que invade a países y ciudadanos, a demás puede servir de referencia para un Mercado Único Mundial, cada vez más necesario en un mundo globalizado.
Sin embargo, además de la pérdida de valores, sobre la que debemos reflexionar, hay otro gran problema, que es la falta de proyectos y programas para favorecer la creación del «Ciudadano Europeo». Saludos.
Apreciado Sr. Argandoña,
Propongo empecemos por una verdadera Agencia de Seguridad Europea, parecida al FBI o la CIA.
La gestión de la información sobre sospechosos, previa al atentado de Bruselas, ha sido una sonrojante cadena de fracasos…y no basta con que hayan presentao la dimisión los ministros belgas de Interior y Justicia.
Bueno seguro que más de un beneficio tiene, aunque sean más contras que pro.