De la «nueva izquierda» se hablaba mucho cuando yo era (más) joven. Con la caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y los años de crecimiento económico, dejé de oír hablar de ella. Ahora vuelve al escenario, con otros nombres y otras caras, pero utilizando muchas de las estrategias que elaboraron en su día Adorno, Gramsci, Lukacs o Zizek. Y lo primero que uno aprecia es que es muy difícil hablar con esta «nueva nueva izquierda», como lo fue con la «nueva».
La «nueva izquierda» supo definir muy bien a sus contrarios: la derecha eran (son) los nazis y los fascistas, o sea, los malos, sin más; cerca de ellos hay otros, contaminados por aquellos extremistas. Y, claro, contra esos representantes del mal hay que luchar, con todas las fuerzas. Que es lo que hicieron los comunistas que, claro, eran los buenos; si en alguna ocasión Stalin o Mao cometieron algunos atropellos, es excusable, pero, en todo caso, no era la represión fascista.
¿Eres de derechas? O mejor, ¿te han calificado así tus oponentes, diciendo que eres de derechas? Estás perdido; tus puntos de vista son irrelevantes, estás desacreditado, tu presencia en el mundo es un error; contigo no vale la pena discutir, porque tus fundamentos ideológicos son, sencillamente, inadmisibles. Moraleja: se excluye del diálogo a quien no interesa que participe en él. No se le derrota en la discusión: se le excluye. Por cierto, hay otras manifestaciones de esto, también entre gente que no se encuadraría en la izquierda, por ejemplo en las discusiones sobre el matrimonio (¿eres cristiano? ¡Oh, entonces no tienes derecho a hablar, estás contaminado) y otros temas.
Todos los males, claro, vienen del capitalismo, que ha creado la exclusión de la mujer, de las minorías, de los pobres… Las instituciones existentes no sirven para nada: solo permiten la continuidad de la dominación de los fuertes sobre los débiles. Porque el capitalismo no tiene nada que ver con el libre mercado, ni con la libertad de iniciativa, ni con la eficiencia… sino con la dominación. Convierte a la gente en mercancías, las cosas sustituyen a las personas… No hay nada que salvar. Luego hay que cambiarlo todo. ¿Qué sustituirá al capitalismo? ¡Oh, no lo tenemos aún muy claro, pero lo encontraremos un días de estos! Como el capitalismo es la fuente de todo mal, el día en que lo eliminemos encontraremos la verdad, la justicia, todo lo bueno.
Libertad, justicia, democracia… ¡Oh, palabras emponzoñadas por el capitalismo y el fascismo. ¿Libertad? Es la manipulación de las preferencias de la gente por el capitalismo. ¿El estado de derecho? ¡Claro: que los ricos son los que controlan el poder! Cuando la nueva izquierda llegue al poder tendrá que barrer toda discrepancia, porque son los residuos de la mentalidad capitalista, fascista, dominadora…
Alguna ventaja tiene el haber vivido en los tiempos de la «nueva izquierda». Al menos, algunos entendemos qué es lo que pasa con la «nueva nueva izquierda».
Creo que a ese grupo que mencionas entre líneas no hay que llamarle nueva izquierda, es una izquierda que ha surgido para cambiar el panorama nacional político, puede que lo hagan mejor o peor pero es así como ellos lo ven.
En realidad los que llegan a política no creo que sean malos, creo que se van corrompiendo poco a poco…
Un saludo y buen post.
Gracias.
Muy claro, buen resumen
Muchas gracias.
Efectivamente. Más claro que el agua.
La izquierda utiliza el término «neoliberalismo» para referirse al liberalismo que se ha tenido que reinventar porque el anterior (¿cuál exactamente?) no ha funcionado. Es un término despectivo.
Pues si hablamos de izquierdas, tendríamos que hablar de «neoneoneoizquierdas»; al menos:
– 1ª internacional.
– 2ª internacional.
– 3ª internacional.
Por no hablar del 4º «neo» que es España creo recodar que fue en 1982 cuando el PSOE abandonó formalmente los principios marxistas. O cuando en UK salieron con la 4ª via.