«Nuestro ideal de libertad, altamente individualista y liberacionista, solo es posible si presuponemos la existencia de ciudadanos capaces de manejar un alto grado de libertad y responsabilidad. No nos damos cuenta de lo extraordinario que es que nuestras sociedades tengan ese tipo de personas. Una población de ciudadanos capaces de usar bien su libertad es el mayor éxito de nuestra civilización». Son palabras de Yuval Levin, en un reciente libro titulado «La república fracturada: Renovar el contrato social norteamericano en la era del individualismo». Se refiere, claro, a Estados Unidos, pero me parece que podemos aplicarlo a nuestro país, con ligeros retoques.
Levin llega a la conclusión de que esa sociedad a la que se refiere ha llegado a una situación insostenible, por la combinación de individualismo y gobierno central, a costa de las instituciones sociales intermedias (familias, comunidades locales, iglesias, instituciones caritativas, etc.). Y que debemos volver a prestar atención a esas instituciones, si queremos evitar problemas mayores. En el fondo, es lo que decimos de la economía de libre mercado: dejemos las decisiones a los que están en condiciones de conocer los problemas y resolverlos, en lugar de buscar soluciones centralizadas, porque son aquellas instituciones las que proporcionan las reglas e incentivos que necesitamos para lograr el equilibrio que hemos perdido.
Levin explica que la economía americana ha pasado en el último siglo por tres fases. La primera es la era de la conformidad. Las izquierdas (los liberales, en terminología norteamericana) aplaudían gobiernos fuertes, con peso creciente, sindicatos fuertes y empresas grandes, todos colaborando habitualmente en conseguir crecimiento económico y politicas redistributivas. Los conservadores aplaudían las familias estables, el crecimiento de la población, la confianza en las instituciones y los valores sólidos. Son los años que siguen a la segunda guerra mundial.
Los cambios se multiplican en los años setenta, la era del desenfreno. El crecimiento se convierte en codicia, la economía se escapa del control de la sociedad, lo que gustaba a los conservadores, aunque estos se oponìan al cambio de valores, el multiculturalismo, el deterioro de la familia… Y los liberales veían con malos ojos el aumento del poder de las empresas, la ampliación de las desigualdades económicas, la aparición de poderes económicos no controlados…
Ahora, dice Levin, estamos en la era de la ansiedad. Muchos miran al pasado con nostalgia, recordando la sociedad de la conformidad, pero dice que eso no volverá. Levin dice que la solución no está en más estado, ni en más individualismo, en más control y redistribución o en más libertades individuales, en más redistribución o en más iniciativa emprendedora.
Para él, como ya he dicho, la clave está en las instituciones intermedias. Pero no estamos seguros de que esta no sea otra utopía. ¿Podemos recuperar, a corto plazo, la familia de los años cincuenta? ¿Lo que funcionaba en las comunidades locales, es posible ahora en las grandes ciudades? ¿Tienen las iglesias organizadas de hoy la capacidad homogeneizadora y solidaria de hace medio siglo? Sin duda, más instituciones intermedias permite más experimentación, muy pegada al terreno. Un ejemplo (mío, no de Levin): la gente que en los años cincuenta vivía en un pueblo pobre en el sur de España, formando comunidades en las que el apoyo mutuo y la solidaridad estaban vivas, se trasladaron a barrios extremos de grandes ciudades, donde la gente del mismo bloque de viviendas no se conoce ni se trata. ¿Qué instituciones pueden conseguir esa capacidad de crear comunidad que era una línea de defensa de las personas y las familias?
Mi conclusión es que el análisis de Levin añade nuevos elementos a nuestra comprensión de los problemas de nuestra sociedad, y que aporta una vía de solución interesante, pero que, el final, habrá que volver a prestar atención a las ideas, convicciones y valores de las personas que, sin duda, deberán venir apoyadas por esas instituciones intermedias (probablemente reinventadas), más que por el individualismo o por el estatalismo. Sigamos trabajando.
Gran artículo que nos hace reflexionar sobre el papel que como individuos tenemos en la construcción de la sociedad en la que vivimos.
Gran artículo!
Excelente artículo.
Estoy totalmente de acuerdo con el señor Levin, sobre todo con la parte de que “estamos en la era de la ansiedad”. Creo que lo que necesita la gente ahora mismo es tranquilidady que se les haga un poco de caso.
Excelente artículo.
Estoy totalmente de acuerdo con el señor Levin, sobre todo con la parte de que «estamos en la era de la ansiedad». Creo que lo que necesita la gente ahora mismo es tranquilidad y que se les haga un poco de caso. Desde Ivory Soluciones te felicitamos por tu gran post.
Saludos!