Este artículo hace uso de información privilegiada, pero me parece que de forma honesta. La información viene de un artículo escrito por Frances J. Milliken y Larisa Tatge que saldrá publicado en el próximo número del IESE Insight (segundo trimestre de 2016), y se titula «Dé voz a sus empleados, el mundo se lo agradecerá». Todos conocemos situaciones en las que alguien, quizás nosotros mismos, no se atreve a expresar nuestra opinión sobre algún tema importante, sea una denuncia, una sugerencia, llamar la atención de un riesgo o tratar de mejorar una propuesta. Milliken y Tatge enumeran las raíces de ese silencio, que tanto daño hace a las empresas y a la sociedad, y que tiene efectos perniciosos sobre la confianza de los trabajadores en la empresa:
- El miedo. Hablar tiene consecuencias que, a menudo, no son agradables. Para muchas empresas (muchas, sí), hablar es sinónimo de deslealtad.
- La inutilidad de hablar. ¿Cuántas veces dijimos algo, y no nos hicieron caso?
- El efecto «mum». No queremos ser los portadores de malas noticias. Recuerdo el caso de un alumno de la primera promoción del MBA del IESE, que este año cumple el 50º aniversario de su graduación, que, al acabar, entró en una empresa a reestructurarla. Luego pasó a una segunda, con un encargo similar. Y cuando la ofrecieron el tercer empleo para hacer algo de lo que ya era experto, no lo aceptó, porque no quería que, cuando él llegase a una empresa, todos saliesen corriendo temiendo una ola de despidos.
- No tener la solución. Conozco el problema pero no estoy seguro de lo que hay que hacer, de modo que, por si me preguntan: ¿qué harías tú?, mejor no digo nada.
- El temor a ser etiquetados, como conflictivo, quejica, mal compañero…
Deben haber, probablemente, más causas, pero ya nos damos cuenta de que en todas ellas hay al menos dos actores: un empleado que no se atreve, y una organización (unos directivos, en definitiva) que no saben cómo ganarse la confianza de sus empleados. Y la confianza es clave, como ya sabemos, porque la empresa es una comunidad de personas, cada una con sus motivaciones, conocimientos y capacidades, que tienen que colaborar en un trabajo compartido. Lo que hace crecer a la empresa no es el crédito, las ventas, la tecnología o la organización, sino las personas, que son las que saben y hacen, y las que crean las capacidades distintivas de la empresa.
Milliken y Tatge explican luego las consecuencias de esa falta de confianza en las empresas y en la sociedad, y acaban con algunas recomendaciones sobre cómo «dar voz» a los empleados:
- Aprenda a escuchar.
- Que hablen todos.
- No exija soluciones inmediatas.
- Reduzca la distancia psicológica.
Y dos de carácter más práctico, entre otras:
- Realice encuestas.
- Nombre un defensor del empleado.
Los Comentarios de la Cátedra son breves artículos que desarrollan, sin grandes pretensiones académicas, algún tema de interés y actualidad sobre Responsabilidad Social de las Empresas.
Good post. I’m going through a few of these issues as well..
Estimado Antonio: Conforme con el tema, en las empresas debemos escuchar, la empresa abierta y receptiva va sumando valor día a día y es capaz de adaptarse mejor a los cambios. Pero yo me hago otra pregunta, ¿Qué valor concede hoy en día el empleado al trabajo? Me imagino que habrá muchas respuestas ya que todos somos diferentes. Sin embargo, es algo importante, ya escuchar al empleado motivado por su trabajo es algo magnífico. Saludos
El miedo y la propension de despedir antes de buscar soluciones.
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Querido Antonio, si me lo permites voy a ser un poco «mala». Creo que nos hemos pasado un poco con el concepto del pobrecito empleado que no puede expresarse porque…bien, siendo verdad lo que dices, estos empleados de los que hablamos, la mayoria, son personas adultas y creo que tienen gran parte de la responsabilidad. Si tienen algo que aportar está en sus obligaciones «buscarse la vida» para transmitirlo aunque la estructura no ayude…yo he visto como algunos se acomodan en el «yo no digo porque…» como excusa para no hacerlo. Ser adultos implica ser sinceros y coherentes y hacer lo que se tenga que hacer aún cuando el entorno no sea facilitador. Si los empleados se hacen más proactivos estarán aportando gran valor! Louis Gerstner en su libro Who says Elephants can’t dance, explica que al llegar a IBM recibió un email incendiario de un empleado y explica cómo «si no fuera porque todo lo que decía tenía un punto de verdad, el email era como para despedirle» (algo así) bueno….autoresponsabilidad, todo se puede decir, de la forma y en el momento adecuado, no hay excusas, perdona la controversia.
Enorme post! Yo estuve en una empresa que sus directivos no nos dejaban a los mandos intermedios hablar ni opinar sobre nada, eramos meros brazos ejecutores y ahora estoy encantada porque estoy en una empresa innovadora con un jefe que nos implica y he salido del sector asegurador tradicional, es un maketplace de seguros verticales que incluye seguros de decesos, seguro medico para perros, seguros para drones etc.