¿Para qué sirven los economistas (si es que sirven para algo, claro)? Cuando comenté, hace unos días, el nombramiento de mi colega del IESE, Jordi Gual, como Presidente de Caixabank, uno de los grandes bancos españoles, me dijo uno conocido mío: «Pero, ¿qué hace un economista teórico al frente de una gran entidad bancaria?»
Le constesté que Jordi Gual no es un teórico, o mejor, no es solo un teórico. Lo fue, como todos los economistas lo fuimos, cuando estudiamos la carrera e hicimos nuestro doctorado. Aprendimos allí a pensar como economistas, analizando problemas complejos poco a poco, a trocitos, para entenderlos bien, y juntando luego todas las partes, para tener visión de conjunto -lo que llamamos el equilibrio general. Desarrollamos una manera racional de entender los problemas. No es la única, pero es una buena manera, quizás incompleta, pero constituye un buen punto de arranque. Aprendimos a entender el proceso de toma de decisiones en temas económicos, con limitaciones, claro, porque la economía no es una ciencia perfecta, pero, bueno, en esto lo hacemos un poco mejor que otros.
Luego está la práctica del profesor que, en una escuela de dirección como el IESE, no se limita a explicar modelos más o menos formales, sino que nos obliga a enfrentarnos con alumnos nada conformistas: empresarios y directivos que necesitan conocer la evolución del entorno económico, social y político, para poder tomar decisiones correctas. De modo que los que nos dedicamos a la docencia en esas escuelas necesitamos desarrollar ese sentido práctico que nos lleva a preguntarnos, antes de una clase o una conferencia: ¿qué necesitan saber los que voy a tener delante mío dentro de un rato? y no, ¿qué rollo les voy a contar para que se den cuenta de cuánto sé?
Y, finalmente, Jordi lleva muchos años en una entidad financiera discutiendo los problemas diarios con sus colegas directivos, tratando de entender sus puntos de vista y pensando, como dije antes, cómo puede ayudarles con sus competencias como economista. Y muy pegado a la alta dirección de la entidad, empezando por su Presidente, Isidre Fainé. Y, claro, ahí es donde se forja el buen directivo. En todo caso, Jordi necesitará suerte, que le deseo de todo corazón.