Cuando yo estudiaba primero de Económicas en la Universidad de Barcelona, hace ya unas cuantas décadas, los alumnos de último año invitaron a José Luis Sampedro, un profesor de Madrid que les había dado una conferencia años antes, a dar otra a los novatos. No recuerdo mucho de lo que dijo Sampedro, y luego discrepé de algunas de sus ideas, pero sí me acuerdo de su recomendación inicial a los que acabábamos de llegar a la universidad: la virtud más importante para un economista es… la imaginación.
Me gustó aquello y sigo pensando que es una buena idea, sobre todo cuando los años (¿o ha sido la pereza?) me han llevado a mirar con escepticismo las feroces adhesiones que he visto entre mis colegas a la escuela de pensamiento que cada uno adoptó. No sé si fue como consecuencia de la recomendación de Sampedro, pero fui siempre ecléctico a la hora de copiar (si, copiar descaradamente) las ideas que me parecían buena en autores con los que discrepaba en temas básicos.
Me acordaba de esto hace pocos días cuando leía un artículo de Dani Rodrik (y no recuerdo la fuente: ya se ve que mi seriedad científica deja mucho que desear) en que criticaba a las izquierdas de los países avanzados por la falta de un programa para remodelar al capitalismo del siglo XXI. Lo único que se les ocurre, al menos hasta ahora, es proponer medidas para redistribuir la renta. Y, claro, las cuentas no salen, porque el problema no es de cuánto dinero hace falta para el estado del bienestar o para los pobres. Rodrik mencionaba algunos intentos, que me parecen bien intencionados, aunque dudo mucho de su eficacia, incluyendo la inversión pública en infraestructuras (¿imaginacion, dije?).
Me temo que la falta de imaginación no se limita a la izquierda. Consulte el lector la prensa económica española de los últimos meses, y, por favor, pregúntese qué hay que imaginación en lo que encuentre ahí. El lector quizás piense que no hace falta nada nuevo, si acabamos teniendo un gobierno «decente» (y no me pregunte qué significa esa palabra), unos presupuestos al gusto de Bruselas, un programa continuista, para que la recuperación no se paralice… ¡Oh, sí, por favor, necesitamos alguien que traiga, no ideas nuevas, sino un sentido de la realidad: dónde estamos y por qué, qué necesita nuestra sociedad, cuáles son los obstáculos y, algo importante, cómo podemos superar las barreras que, indefectiblemente, van a hacer difícil dar los pasos necesarios.
Estimado Antonio: La imaginación está presente siempre en las personas ya que procede del espíritu humano. Cuando el espíritu humano se encierra en sí mismo, se acota mucho la imaginación. Claro ejemplo de nuestro tiempo, donde existiendo los recursos humanos y materiales, suficientes, para acabar con las injusticias y acelerar al máximo los objetivos del milenio, todo va con una gran lentitud, que parece no nos preocupe demasiado y en consecuencia tenemos un lastre importante para la imaginación. Saludos,
Gracias por tu comentario, que añade un punto importante a lo que yo escribí: cuando nos cerramos en nosotros mismos, reducimos nuestra capacidad de imaginar, y de innovar.
La imaginación está muy bien explicada en los tomos I y II del Curso de Teoría del Conocimiento de L. Polo. Pero la aplicación directa a la economía está en el tomo IV vol. 2 con todos los intrincados matemáticos no resueltos en el S XX y resueltos a través de imaginación numérica y desde la perspectiva de la sociedad. Vale la pena leerlo aunque sea muy denso. Es la deriva más avanzada de veinticinco siglos después de Pitágoras (aunque recomiendo también a Arquímedes).
EXCELENTE Y ESTIMULANTE ARTÍCULO.
¿SOCIALISMO DEL SIGLO XXI? NUNCA HE ENTENDIDO SU VERDADERO SIGNIFICADO, LO QUE SI SÉ, E QUE LO ESTOY VIVIENDO (O SOBREVIVIENDO) EN CARNE PROPIA.
COMO PROFESOR DE ECONOMÍA YA NO SE COMO EXPLICAR LAS MEDIDAS ECONÓMICAS DEL GOBIERNO Y SOLO SIENTO GANAS DE DECIR: «LO CORRECTO, ES SIEMPRE LO CONTRARIO»
NECESITO «MÁS IMAGINACIÓN»
GRACIAS PROFESOR ARGANDOÑA