Hay tantas maneras de entender la ética que es muy fácil perderse en la selva de la filosofía moral. Hay varias maneras de expresar esto. Una es la vieja idea de que los partidos de izquierdas son moralmente superiores porque se preocupan de la gente y tratan de protegerla contra los desmanes de la burguesía o el capitalismo. Otra es la de que las organizaciones sin fines de lucro, onegés, etc., son naturalmente buenas porque no persiguen el beneficio, que estropea a las personas y las hace egoístas, consumistas, explotadoras, maltratradoras del medio ambiente, etc. En uno y otro caso, los fines justifican esa superioridad moral, y se supone que los fines antes expresados son naturalmente mejores que los demás.
En el fondo de todas esas posturas está la tesis de que el ser humano es naturalmente bueno, y que es la sociedad, las instituciones, las que lo hacen malo. Hay que cambiar, pues, las instituciones: suprimir la propìedad privada, dejar las decisiones en manos del Estado, quitar el poder a la iniciativa privada que busca el beneficio… Hay que dejar, pues, que manden los limpios de corazón. Pero esto no soluciona el problema de la toma de buenas decisiones políticas, sino que suprime la misma necesidad de la política. Lo hemos probado ya muchas veces en la historia, y hemos comprobado que el ser humano aprende de sus propias acciones y de las de los demás, y ese aprendizaje (virtudes y vicios) puede convertirnos en mejores o en peores personas. Claro que podemos adherirnos a la tesis de que no somos libres, de que el entorno, la sociedad, el sistema no determina totalmente: pero, cmo dicen los anglosajones, supone tirar al niño con el agua sucia del baño: ya no hace falta la política.
Fines buenos pueden ayudarnos a convertirnos en mejores personas, pero no está demasiado claro qué es un fin bueno. Una institución de ayuda a personas necesitadas puede convertirse en una cueva de ladrones, y una empresa dirigida con ánimo de lucro puede servir para mejorar el nivel de vida la población, satisfacer las necesidades de los clientes, proteger el medio ambiente, contribuir al bien común…
That’s a nice post. Thank you for sharing.
¡Excelente! Es un misil a la línea de flotación al populismo y otros ismos.
Sin embargo dudo de la voluntad de pensarlo en profundidad. Rousseau no solo ha hecho estragos con su «cogito ergo sunt» sino con su «Emilio».
Partir del «a priori» que sostiene que el hombre es bueno por naturaleza… ya sobra todo.
Con una democracia popular, tutelada eso sí por un Estado fuerte, todo se resuelve. ¿Queda sitio para la ética cuando ya va implícita en la naturaleza?
Solo para aportar al trato que nos da sobre este tema, profesor; Polo en AT2 desmonta la versión clásica para avanzarla dejando claramente establecido que los medios pueden ser más altos o inferiores, pero los fines: solo pueden ser las personas: cada una y autodestinada gracias a los medios. Pero los medios no son, ni fueron, ni serán nunca; fines.