El mercado ha sido tradicionalmente el núcleo duro del estudio de la economía. Por eso hemos estudiado muy bien su funcionamiento y sus fallos, y hemos dedicado muchas investigaciones a explicar por qué se producen esos fallos y cómo corregirlos. Y cuando hemos planteado la colaboración entre el sector público y el privado, hemos analizado también con detalle las dificultades que pueden presentarse. Y, sin embargo, al Estado, que maneja cerca del 50% de los recursos del país, le dejamos que actúe sin mecanismos de coordinación adecuados.
Es relativamente fácil coordinar la toma de decisiones privadas, porque hay instituciones que lo facilitan. Primero, el sistema de precios, que ofrece información descentralizada y relativamente correcta sobre costes y preferencias. Segundo, el beneficio, que ofrece un criterio, no siempre adecuado, pero muchas veces ilustrativo, de lo que conviene hacer en cada caso, con criterios de eficiencia económica. Y tercero, los mercados de capitales, que movilizan los recursos en atención a las expectativas de rentabilidad y riesgo. Insisto en que no son criterios definitivos, pero son muy útiles siempre que necesitemos una decisión que sea eficiente.
En el sector público esas instituciones no existen. El que haya tenido que hacer o controlar alguna vez el presupuesto de una oficina pública sabrá muy bien que la racionalidad cambia radicalmente, cuando se trata de llevarse recursos que otros también desean, o de gastar el remanente de un presupuesto porque, si queda sin usar, dará lugar a menos fondos el año que viene. Quizás el gobierno tiene una idea clara de si prefiere más pensiones o más carreteras, pero el dinero se reparte entre agencias que solo miran su actividad concreta, y que, aun admitiendo en teoría que ese dinero sería más útil en otro lugar, preferirán siempre defender su asignación y, claro, ampliarla siempre que sea posible.
No quiero ir muy lejos en este comentario; simplemente recordar que la administración pública necesita revisar sus criterios de asignación de recursos. Leí hace tiempo lo que declaraba un experto en gestión pública: lo importante es que se haga lo que hay que hacer, sea quién sea el que lo haga. Pero la lógica interna de la administración es otra.
Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.
Siempre tienes que adaptarte al mercado, lo que empieza a tener bum o lo que simplemente esta pasado de moda, los que trabajamos base a esa métrica tenemos que tener mucho cuidado en todos los aspectos.