No he sido un seguidor de Carles Capdevila, periodista, humorista y primer director del diario Ara, que falleció hace unos días. Pero tuve ocasión de leer las «quince cosas que aprendió el año en que descubrió que tenía cáncer» (el lector puede encontrarlas en https://muhimu.es/inspiracional/carles-capdevila-15-cosas-aprendio-cancer/). Ahí van:
1. Que algunos somos tan pardillos que necesitamos un ultimátum de los gordos para priorizar en serio.
2. Que cuando priorizas de verdad, tienes un ataque de lucidez que darías las gracias al puto [sic] ultimátum.
3. Que la gente que en circunstancias normales ya es extraordinaria, en casos extraordinarios consigue el milagro de que todo parezca normal.
4. Que incluso en ocasiones extremas en que a pesar de todo el mundo cambia, la mala gente no lo hace. O lo hace para empeorar.
5. Que nada cuida más que sentirte y saber que eres amado.
6. Que disimular que no pasa nada acelera lo que no quieres que te pase.
7. Que cerca de la gente que sufre recibes un montón de lecciones de dignidad.
8. Que una decisión tan simple como quedar con los que amas y huir de los que te hacen la vida imposible te acerca bastante a la felicidad.
9. Que perder el miedo a cosas absurdas es una delicia, lástima que hayas tenido que pasar por un miedo más grande y nada absurdo.
10. Que los sentimientos bonitos hacia la gente que nos importa nos los tenemos que expresar a la cara más a menudo.
11. Que no hay elogio mayor que ser acusado de ingenuo por un cínico.
12. Que el cuerpo es algo más que lo que transporta nuestros pensamientos arriba y abajo y, si tenemos el detalle de pensar más en él, él a cambio nos ayudará a pensar mejor y nos transportará durante más tiempo.
13. Que no debemos desaprovechar ninguna buena ocasión para reír, llorar o darnos un buen abrazo.
14. Que cuando la vida se complica, se multiplican las oportunidades de aprender de personas increíbles.
y 15. Que el optimismo es siempre la opción más recomendable y, cuando las cosas van mal, es imprescindible. Y que, además, funciona.
Me han gustado por muchas razones, pero, sobre todo, porque es un elogio de lo corriente, de lo ordinario, de lo que solo nos acordamos cuando nos dan un susto: poner normalidad en lo extraordinario (no perder la sonrisa cuando las cosas salen mal); disfrutar amando y sintiéndote amado (moraleja: cuanto más quieras y cuantos más quieras, mejor); no hacer como que no pasa nada, porque esto no arregla los problemas; relacionarte más con los que amas (o sea, con todos, porque ya hemos quedado que has de querer a todos, ¿no?); manifestar nuestros sentimientos con los que queremos (sonreír, dar las gracias, pedir perdón, mirar a los ojos…); no ocultar los sentimientos, ser optimistas…
Ese listado de 15 cosas que aprendió tras pasar por la experiencia del cáncer el periodista y humorista Carles Capdevila (de quien también recuerdo como dato de interés que era licenciado en Filosofía) nos recuerda lo que realmente es importarte y lo que no lo es. Porque, como certeramente se apunta en este blog, cuando la vida nos da un susto, cuando tenemos la convicción de que la propia muerte se aproxima de manera inexorable, no perdemos el tiempo en cosas banales, sino que nos enfocamos en lo realmente importante y lo que nos hace feliz: amar y sentirse amado.
Estas 15 ideas tan lúcidas me recuerdan otras cinco en las que resumió su experiencia con la proximidad de la muerte Bronnie Ware, una enfermera australiana que durante muchos años trabajó en cuidados paliativos atendiendo a enfermos terminales, con los que vivió momentos muy emotivos. Fue testigo de cómo, poco antes de morir, muchas personas se lamentaban de algunos aspectos de sus vidas. Fruto de su experiencia, fueron estas cinco cosas de las que casi todas personas a las que acompañó en sus últimos días se arrepentían:
1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida siendo fiel a mis sueños, no a la vida que otros esperaban de mí.
2. Desearía no haber trabajo tan duro en detrimento de mi familia. Debería haberles dedicado más tiempo.
3. Debiera haber sido capaz de expresar mis sentimientos con más sinceridad.
4. Ojalá no hubiera perdido el contacto con muchos de mis amigos de infancia.
5. Me gustaría haber sido más feliz.
Que tanto las aportaciones de Carles Capdevila como las de Bronnie Ware nos sirvan para reflexionar ahora que todavía estamos a tiempo.
Yo creo que todos los seres humanos tienen algo que enseñarnos, incluso aquellos con los que no los llevamos. Y si, como tu lo dices es muy posible llevarnos con la contrariedad, es muy noble reconocerlo, porque es la verdad.
También vale la pena ver su última comparecencia en público
27-Mayo-2017
Cuando hablo en algunas charlas de «vivir con humor», no quiero decir que riamos todo el día. Ni se puede ni se debe. Tener humor significa tener moral, y tener moral significa tener valores. Estar de humor significa tener una buena disposición, ser positivo. Si encima la ironía nos acompaña, encontraremos complicidades y sonrisas o risas que nos ayuden a superar malos momentos.
En tiempos difíciles, y los actuales lo son, la actitud marca la diferencia. Y ésta se alimenta de la autoestima, que no deja de ser el balance de cómo estamos con nosotros mismos cuando pasamos cuentas. Tendemos a cargar o descargar la autoestima en función de lo que dicen o piensan de nosotros. Este cargador parece fácil y es engañoso, porque damos demasiado peso a la valoración del otro, que siempre será apresurada o se expresará en likes superficiales en las redes. En una sociedad competitiva cuesta encontrar elogios personalizados y de verdad, todos vamos bastante atareados.
Hace tiempo que pienso que lo más importante, lo más decisivo, lo más transformador, es lo que nos decimos a nosotros mismos. Del mismo modo que si nos gustamos en el espejo ese día saldremos con más ánimos en la calle, es bueno trabajar otro espejo, el interior, y no preguntarle quién es más bonito, sino decirnos cosas bonitas. No se trata de halagarnos ni engañarnos, que tratándose de nosotros mismos no colaría. El ejercicio es más serio. Cada día de nuestra vida tiene dos versiones, la cara A y la cara B. Y como está de moda la queja, y pensar que los demás tienen más suerte y nunca recibimos lo que merecemos, solemos meternos en la cama cargados de reproches contra el mundo. Si piensas bien y lo trabajas, cada día te ha llevado cosas buenas, aprendizajes enriquecedores. Y si los vas recordando, si construyes un relato cierto sobre la parte positiva de lo que te pasó ayer, saldrás a afrontar el hoy con más ganas.
Grandisimo articulo.
He visto el video y es bastante divertido, yo tambien soy padre y se lo que se siente.
Que descanse en paz, un saludo profesor.
Me ha gustado muchísimo. Es de gran sensibilidad, también he visitado el link y visto su vídeo de educación a los hijos, muy divertido y de gran sentido común. Descanse en paz. Muchas gracias Profesor por compartirlo.