«Los problemas no nos los crean los otros, los otros nos hacen conscientes de los problemas que tenemos». Un titular como este invita a la lectura de una entrevista a Julián Carrón, presidente de la fraternidad Comunión y Liberación (aquí). La recomiendo a mis lectores, porque está llena de ideas muy buenas.
Julián Carrón habla, entre otras muchas cosas, del diálogo con los que no piensan como nosotros (y nosotros somos todos: o sea, con los que no piensan como yo), a propósito del terrorismo, de los inmigrantes, de los que no se entienden con los católicos…
Resumo su argumento. Mi atención a lo que dicen los demás depende de mi propia experiencia humana. Si tengo una experiencia rica, me gustará compartirla con otros, para lo cual tendré que entrar en la riqueza de su experiencia. Eso es el diálogo. Donde se encuentran dos experiencias profundas, habrá mucho diálogo; donde dos no tengan nada que compartir, no habrá diálogo, y si es solo uno el que no tiene experiencias interesantes, el diálogo será también difícil.
Dándole vueltas al tema del diálogo con los de otra cultura, Carrón dice: «Podemos construir todos los muros que queramos e intentar mandar a casa y a todos y, cuando hayamos mandado a todos los que no nos gustan, empezaremos a darnos cuenta de que todavía no hemos empezado a poner las bases para afrontar los problemas que tenemos». Y añade: «El vacía que encuentra un inmigrante no lo crea él. El otro nos hace darnos cuenta de que la sociedad no tiene algo atractivo que ofrecer como alternativa a la violencia terrorista».
Y, un poco más adelante, añade: «la relación con el otro siempre es una relación dramática, incluso con las personas que quieres. ¿Por qué? Porque me desafían, porque no son una prolongación de mí mismo: son una alteridad, y una alteridad siempre provoca«.
Moraleja: cuando te cueste dialogar con otro, piensa: ¿qué barreras estoy poniendo yo? ¿Cómo soy yo, que no puedo abrirme al otro?
Quienes integran las organizaciones, se preocupan por el mejoramiento de la conducta organizacional. El directivo, el profesional, el oficinista y el operario, todos ellos trabajan con otras personas, lo cual influye en la calidad de vida que se desarrolla en los centros de trabajo. En este contexto, los gerentes que representan el sistema administrativo (quienes toman las decisiones) deben tratar de conocer las bases del comportamiento organizacional como medio para mejorar las relaciones entre las personas y la organización. Los gerentes tratan de crear un ambiente en el que la gente se sienta motivada, trabaje más productivamente y sea más eficiente.Pero creo que descuidan mucho lo que es el ser humano centrandose solo en los beneficios que pueden obtener
Buen articulo es una gran reflexion, saludos.
Su artículo me lleva a reflexionar en el método Socrático, la Mayéutica, el arte de provocar el diálogo mediante preguntas poderosas, abiertas que iluminen a los demás. Y al hilo de ello también en sus ilustrados discípulos Platón y Aristóteles con el arte de la Dialéctica, horas de magníficos diálogos que ojalá se pudieran poner de moda en la actualidad, caracterizada por tanta violencia y vulgaridad.
Sin ser tan negativa, observo que las escuelas y colegios están dando un giro positivo en este sentido, que puede que culmine en buenos resultados a medio y largo plazo. Necesitamos jóvenes renovados y animados a promover un cambio social profundo.
Al hilo de lo que, de manera tan atinada comenta el profesor Argandoña sobre la entrevista a Julián Carrón, es importante recordar que «uno tiene que firmar la paz con sus enemigos, no con amigos». Y para llegar a puntos de entendimiento con los enemigos, es necesario aprender a escuchar de manera activa.
Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrarse con personas que no escuchan. Solo hablan, habla y hablan… Y cuando parece que están escuchando, en realidad están pensando lo que dirán en cuanto vuelvan a arrebatar la palabra a su interlocutor.
Además, e injustamente, el propio sistema educativo y académico valora incomparablemente más la mera acumulación memorística de datos por parte de los alumnos que promover en ellos una auténtica “cultura de la escucha activa”, ya que solo a través de una escucha activa es posible establecer y mantener relaciones positivas y constructivas.
Porque “sin los otros, sin el diálogo con ellos, no hay realización humana posible. Sin los otros, no podemos lograr la verdadera felicidad, que consiste esencialmente en compartir lo que somos y tenemos con los demás”, explica el dominico y escritor Juan Bestard.
De hecho, la principal demanda que realizan las personas que llaman a los servicios de ayuda psicológica en casos de crisis emocional es “ser escuchado”. En concreto, dos de cada tres llamantes dicen que necesitan que “alguien le escuche”.
La escucha activa es, por tanto, un bien escaso (y poco valorado en la sociedad actual), aunque tremendamente necesario. Por esta razón, el filósofo griego Zenón de Elea solía decir a sus discípulos: “Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca para enseñarnos que vale más escuchar que hablar”.