Hace ya unos cuantos años que me dedico a la ética en la empresa, en ambientes multiculturales, internacionales y multidisciplinares. Desde mis primeros pinitos en la European Business Ethics Network (EBEN), allá por los años ochenta, me dio la impresión de que aquellos chalados (entre los que yo me contaba), ilusionados por la ética, hablábamos de cosas distintas. Pero entonces no me preocupaba: como nadie hablaba de ética, ya me parecía bien que todos utilizásemos esa palabra, aunque le dábamos contenidos distintos. A veces sugería que necesitábamos debates «profundos» sobre qué es la ética, que nos llevarían, claro, a debates más profundos sobre qué es la persona. Pero nunca lo hicimos. Y, a estas alturas, me parece que el problema sigue así.
Hace unos días leí una entrada en un blog, en la que se explicaba que los médicos nazis tenían una sólida formación ética, a partir del famoso libro de un médico (cuyo nombre ya no recuerdo), que explicaba que, claro, un médico ético debía defender la pureza de la raza, eliminar los elementos corruptos, extirpar las personas «enfermas» por determinadas dolencias biológicas o ideológicas… Claro: los médicos que ponían en práctica la solución final eran éticos. Solo que la ética que proponían no era, digamos, muy ética.
Hoy en día tenemos éticas de todos los colores. Las hay voluntaristas: la conciencia es soberana y decide lo que es ético o no, casi siempre sobre un apoyo sentimental. Hay éticas parciales, que califican de ética, sin más, a ciertas conductas, como la preferencia por la comida vegana, por aquello de que no hace daño a los animales que, según dicen, es la clave del buen comportamiento humano. Hay éticas del consenso, en las que lo que importa es que la sociedad haga sus elecciones en un contexto democrático. O éticas de la autenticidad, en las que lo que cuenta es «ser uno mismo», expresarse abiertamente. O éticas individualistas, en que uno decide qué quiere ser, con independencia de todo lo demás…
Sospecho que todo esto ocurre por una falta de formación, que empieza, como ya he dicho, en la concepción sobre la persona (quíén es ese sujeto de toma decisiones morales) y que omite aspectos importantes de esa concepción de la persona (por ejemplo, porque no tiene en cuenta que la persona es relacional, o que aprende de sus propias conductas, o que tiene sesgos cognitivos perfectamente identificados). Quizás esto no sea un problema insuperable en el ámbito de la empresa, donde la tentación puede consistir en maximizar beneficios a costa de lo que sea, pero cuando nos referimos a la ética de la familia, de la vida, de la educación o de la comunidad local, los problemas pueden ser mucho mayores.
Excelente articulo, soy Ecuatoriano y la Ética creo que debería de estar en todas las personas por el simple hecho de que tenemos sentido común.
Saludos y Éxitos!
Ya se sabe…
«Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros» (Groucho Marx)
Muy bueno el artículo.
La ética personal define nuestras acciones. Así pasa en mi país Venezuela, nuestra ética y nuestros valores nos hicieron salir a la calle a defender nuestros derechos y nuestra democracia
Leonardo Polo la resumía (a la Ética) como querer querer-más y precisaba que tenía como mínimo tres dimensiones: bienes-virtudes-normas.