Hace unos días publiqué en El Periódico un artículo titulado «Los altos costes de la falta de competencia». El arranque del artículo está en un informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), del que tuve noticia no a través de la prensa española, sino de Bloomberg. En 2016 una licencia de taxi en el Área Metropolitana de Barcelona costaba más de 134.000 euros en el mercado secundario. Según la CNMC, después de 1980 no se habían concedido nuevas licencias, sino que su número se había reducido en un 4%, pese a un aumento de la población del 8% y del PIB de un 100%. El precio de la licencia había crecido un poco más del 500%, frente a un 325% del IBEX-35. Buen negocio, ¿no?
Si usted compró una licencia el año pasado, se resistirá con uñas y dientes a un aumento del número de licencias, incluida la aparición de nuevos competidores, los llamados VTC, alquiler de vehículos con conductor, como Uber o Cabify. Es lógico. Lo que no es tan lógico es que el taxi se haya convertido en una generación de ingresos formidable para los propietarios de taxis (no para sus conductores, si no son propietarios). ¿Quién paga esto? Los usuarios, en forma de tarifas altas (también controladas por las autoridades, que están, claro, «capturadas» por el monopolista) y peores servicios.
En mi artículo saco dos conclusiones. Una: si yo hubiese comprado una licencia hace poco, también me echaría a la calle para frenar la entrada de competidores, porque esto supondría la quiebra de mi negocio.
¿Quién ha ganado? No el recién propietario de una licencia, sino el que la tiene desde hace años. Es algo bien conocido. Imagine el lector que en una población hay cinco panaderías, y yo soy el propietario de una. Si compro las otras cuatro, me convierto en un monopolista, y puedo poner el precio que quiera al pan, siempre que pueda controlar la entrada de nuevos competidores (como hemos visto antes), y no provoque a mis consumidores a dejar de comer pan, o a ir a comprarlo a otro pueblo. El propietario que convierte un mercado competitivo en otro monopolista sale ganando. Pero si yo compro ahora el negocio, tendré que pagar un precio alto (como el de las licencias de taxis); el precio del pan seguirá siendo muy alto, los consumidores se fastidiarán, pero el monopolista no obtendrá rentabilidades más altas, a no ser que consiga dar otra vuelta de tuerca al poder de mercado.
Y aquí viene mi segunda conclusión: no esperemos un aumento de la competencia, ni una rebaja en los precios de las licencias, ni mejores condiciones para los VTC, ni tarifas más bajas. Los propietarios de taxis no se lo permitirán.
Buen articulo Profesor. Cuando se monopoliza un sector los costos de los servicios y productos se rigen bajo si mismos, al no existir competitividad ellos deciden el costo que más les convenga, afectando mucho a la economía de los consumidores.
Como usted lo menciona Profesor: «El propietario que convierte un mercado competitivo en otro monopolista sale ganando.»
Claro, la jubilación de los taxistas y su monopolio…. ellos pelearán por lo suyo. Pero no sé si a la larga lo conseguirán Profesor. La competencia funciona correctamente en muchos países europeos como Ud. bien sabe. Gracias!
Buen caso profesor. Gracias por recordárnoslo. Es que la mano invisible no es una cuestión ética como pensaba Smith, sino una cuestión de invariantes del mercado como digo en mi libro.