Hoy me remito a un artículo de mi colega del IESE Alfredo Pastor, en La Vanguardia del 29 de agosto, con ese título: «La cizaña y el trigo». Habla de la sorpresa de tanta gente por los recientes actos terroristas en Barcelona y Cambrils, y su tesis es muy clara: la cizaña, o sea, el mal, existe. No nos tiene que llamar la atención. Y si no lo sabemos, o hacemos como que no lo sabemos, no lo arreglaremos.
Bueno, aunque lo sepamos no lo arreglaremos, porque la cizaña está en el corazón de las personas. No es un problema técnico, como mucha gente piensa: «la policía no actuó eficazmente», lo que quiere decir que, si la policía lo hubiese hecho bien, los atentados no habrían ocurrido. Y así con las otras explicaciones. No es un problema técnico, sino moral. Y si los problemas morales se tratan como si fuesen técnicos, las cosas se complican, y mucho, como ya he explicado otras veces.
Bueno, me dirá el lector, pero cambiar la ubicación del problema no facilita la solución. Ya lo sé, pero al menos sabmos que no debemos disparar en la misma dirección que la que seguíamos hasta ahora. Claro que hay que buscar información, controlar las cosas… pero teniendo en cuenta que, al final, tienes que actuar sobre las personas, sus ideas, sus sentimientos, sus preferencias…
Es un problema moral, he dicho, pero quizás debería ampliarlo al ámbito político e ideológico, o sea, no es (solo) de personas inmorales, sino de sistemas, ideologías, modelos inmorales. Sospecho, y no estoy seguro de esto, pero me parece una hipótesis útil, que estamos hablando de un problema de poder, de ideas para tener el poder y usarlo, pero ya lo explicaré otro día, si consigo aclararme un poco más. En todo caso, me parece que, ampliando el punto de vista, no corremos tanto peligro de equivocar nuestros diagnósticos y, por tanto, nuestras soluciones. Si el problema es que hay una religión que induce al mal, habrá que erradicarla. Pero si el problema es que hay personas que utilizan la religión para ejercer un poder, la solución no está en la religión, sino en ese otro nivel, el del poder. Y echando un vistazo a la historia, no veo tanta diferencia entre Stalin y Hitler y al Estado Islámico; su argumento es diferente, pero el fin es, me parece, el mismo.
Estimado Antonio:
Coincido plenamente con su visión de ver las cosas.
Me ha gustado mucho su blog y lo he añadido a favoritos. Espero poder leer más cosas suyas pronto.
Un saludo.
Ok!!!! En la medida que el bien sea conocido y amado el mal existiendo no será el principal protagonista de la historia. Digamos abturndo senderos. Gracias
No solo es un cambio de mira profesor sino que lo moral es lo más alto de la libertad esencial, lo que nos hace directores o cómplices. Muy bien dicho porque la cizaña no da fruto, en cambio, el trigo sirve para muchas cosas …
Estimado Antonio: cabe preguntarse sin sembramos «cizaña o trigo». Por el acontecer de la información que recibimos a través de los medios de comunicación parece que sembramos cizaña y a diario nos transmiten sucesos violentos en diferentes ámbitos; violencia religiosa, violencia en el deporte, violencia económica, violencia verbal, violencia de género…, y nuevas formas de violencia como el ciberbulling.
La violencia, de alguna u otra forma, ha estado y sigue estando presente en el desarrollo humano y en todos los casos sin causas justificadas, la violencia entre los seres humanos nos desorienta y nos debilita para luchar contra nuestros verdaderos enemigos; los riesgos geológicos, meteorológicos, hidrológicos, climatológicos, bilógicos y cósmicos, que a todos en mayor o menor medida nos amenazan.
Coincido con su visión . No es cuestión de las personas como individuos, de la religión, de las creencias o las preferencias…, sino del uso que se hace de ellos con el el fin de ejercer el poder para hacer prevalecer una posición individual, la de los iluminados, los puros, o como se llamen.