El juego en cuestión se llama pídola, o saltacabrilla. Yo lo había jugado cuando era pequeño: un chico se agacha, y otros van saltando sobre él, y se van poniendo en la misma postura, para que salten los demás. De todo esto me enteró buscando la traducción al castellano de leapfrog en inglés, que quizás se podría traducir también como la rana saltarina. Bueno, pero el lector me preguntará de qué va esta entrada.
Pues todo empieza con una entrada en el blog de la Brookings Institution (aquí) dando la noticia de un trabajo de Rebecca Winthrop y Adam Barton, titulado «Can We Leapfrog? The Potential of Education Innovations to Rapidly Aceelerate Progress». No he leído el paper y, por tanto, no me atrevo a recomendarlo. Pero los autores explican que en 2030 la mitad de los jóvenes que llegarán a la edad de trabajar en el mundo no tendrá las capacidades necesarias para desarrollar plenamente su potencial en el mercado laboral. Y proponen revisar casi 3.000 innovaciones educativas introducidas en los últimos años, para ver cuáles de ellas pueden permitir un salto por encima de los dos problemas que ellos ven como más importantes en el ámbito educativo: la desigualdad en las capacidades y la incertidumbre sobre las capacidades conseguidas.
¿Por qué me interesa el tema? Simplemente, como un ejemplo de cosas que se pueden hacer -otros las están haciendo- para solucionar problemas educativos que nosotros también tenemos. Y me preguntaba: ¿no habrá un think tank en este país, capaz de proponer medidas que permitan ganar tiempo, para conseguir ese desarrollo de los miles y miles de chicos con una ESO defectuosa, sin posibilidades en el mercado de trabajo, condenados a vivir durante muchos años con sueldos mileuristas…? ¿No habrá escuelas o grupos de escuelas que quieran trabajar en estos temas? ¿O empresas necesitadas de mano de obra que quieran apostar por algo de esto?
Hola,
Con la educación y sus modelos, a mi juicio, existe un problema de partida y que no es otro que la pretensión de encontrar una especie de piedra filosofal única a aplicar a todo el sistema. Y que, además, permita alcanzar simultáneamente toda la pluralidad de objetivos que cada uno de los integrantes de la comunidad educativa pretenden.
Y, como colofón, se pretende llevar ese supuesto modelo virtuoso a una Ley que uniformice su aplicación en el tiempo y en el espacio.
Por el contrario, ¿por qué no damos libertad a los educadores y los centros para que cada uno desarrolle e implemente su propio modelo? Y, luego, y en función de los resultados logrados por cada centro, que los padres elijan o persistir o cambiar, no de modelo si no de centro.
Así si el modelo es virtuoso se expandirá y si es perverso el daño se acotará y rectificará.
Sin embargo, si el modelo que se pretende imponer y finalmente se impone (como ha sido el caso) aporta más inconvenientes que ventajas y sus resultados son decepcionantes el daño es extenso y muy difícil de revocar.
Aunque discrepo sobre la existencia de un mercado laboral de muchos oferentes y muchos demandantes para el mismo puesto de trabajo, me parece muy interesante resaltar el asunto del trabajo de los jóvenes en la innovación, unido a su formación cualificada y a la educación global de la sociedad. Para el primer aspecto puede servir en España, las doce ferias de trabajo anuales en Munich, con Angela Merkel de líder europeo. Y para el segundo aspecto, los profesionales y padres españoles tienen bastante experiencia en modelos y envidias, sobre la educación de los jóvenes.-
Aporto un granito de arena con la cita: Polo afirma en El Conocimiento del Universo Físico: “la teoría de conjuntos, es prematemática; Angel D’Ors dice que ni siquiera eso, que la teoría de conjuntos es falsa, absolutamente incoherente”. Y estoy cabal y plenamente de acuerdo. Gracias por el post.