Elogio de la riqueza (I)

Sí, ya sé: el título es provocativo. Pero me parece que vale la pena pensar sobre la función social de la riqueza. Vuelvo, de manera indirecta, sobre el tema de una entrada anterior, «Desigualdades económicas y oportunidades» (aquí). El asunto daría para un libro, pero aquí solo haré algunos apuntes.

La riqueza es necesaria para todos, porque necesitamos cosas, o derechos sobre cosas, y también necesitamos rentas, ingresos. Las cosas son riqueza (casa, coche, muebles); los derechos son riqueza (activos financieros), también los derechos sobre otros (derecho a una pensión, a ser atendido por un médico sin pagar nada en ese momento), aunque estos pueden ser de más difícil defensa (si el gobierno quiebra, ¿a quién exigiré que me paguen la pensión?); mi capital humano es riqueza (aunque contingente: si muero, adiós riqueza… aunque esta es la principal riqueza de la mayoría de las personas, sobre todo de los jóvenes). Y las rentas vienen de la riqueza: el alquiler de una casa que tengo arrendada, el alquiler de la casa de mi propiedad (la contabilidad nacional supone que yo recibo el alquiler de esa casa, como propietario, y simultáneamente lo pago, como arrendatario), el salario que rinde mi capital humano, los dividendos de unas acciones que poseo…

O sea: todos tenemos riqueza y necesitamos riqueza. Esto tiene dos excepciones: los pobres de solemnidad, que no tienen nada, absolutamente nada, y a los que hay que proveer con la riqueza de los otros (otra función social de la riqueza), y los que no pueden poseer: los bebés, los discapacitados absolutos…: aquí aparece la propiedad de la familia: el niño recién nacido forma parte de una colectividad, que es la propietaria de la riqueza que él necesita.

Esto lo entiende todo el mundo. Lo que pasa es que llamamos riqueza a la que tienen los que tienen mucha. Y esto nos lleva al otro tema que quería tocar aquí: el agregado de riqueza de un país. ¿Es necesaria esa riqueza? Sí, claro: es la suma de las riquezas de todos sus ciudadanos, también de la riqueza de propiedad colectiva, como los edificios públicos, las carreteras o los bosques comunales. ¿Para qué se necesita esa riqueza? Para lo mismo que hemos mencionado más arriba.

Pero hemos olvidado algo, al hablar de la riqueza personal o familiar: ¿qué son los derechos representados por activos financieros? Derecho a la propiedad de bienes productivos, o derecho a participar de los frutos de esos bienes productivos. El capítulo más importante de la riqueza de un país es el capital productivo, público o privado, que genera bienes y servicios: fábricas, instalaciones, carreteras, puertos, universidades, escuelas, hospitales… Todos los recursos productivos de los que saldrán los bienes y servicios que consumimos o usamos, y las rentas que recibimos. Insisto: públicos o privados.

Bueno, esta entrada va siendo ya larga… Continuaremos otro día.

4 thoughts on “Elogio de la riqueza (I)

  1. Gracias por esta información Antonio, yo muchas veces de forma recurrente me he levantado soñando con dinero y el significado no tiene que ver nada con el sueño, pero los elogios de riqueza que explicas aquí me han abierto los ojos.

    Gracias.

  2. Estos temas de economía hoy en día es un asunto que muchas personas están interesadas, ya que a día de hoy no es muy difícil ganar dinero, sobre todo por Internet.

    Yo mismo tengo un sitio web donde pongo a disposición de mi público apk android gratis y la verdad que no se pueden imaginar el dinero que da este tipo de proyectos.

    Con esto quiero decir que muchas gracias por este artículo y por explicar de forma considerable el elogio de la Riqueza.

    Saludos.

  3. La riqueza se vuelve problemática porque se confunden los acumulados y los flujos (de riqueza), algo por lo que Mundell (50’s) obtuvo el Nobel de economía. Pero lo triste es que macro y micro estudien el mismo asunto de dos formas incoherentes entre sí, como si fueran dos formas de ver «lo mismo». No solo las oferta y demanda micro son dos caras de la misma moneda sino que la oferta-demanda agregada también lo son, pero las teorías por las que se llega a una y a otra no lo ven ni calculan así. Y es que aunque Mundell tenía razón, falta otro aspecto dinámico de la economía que yo llamo «coherencia económica» en mi libro (perdón por el mktng) que justamente explica y fundamenta cómo es que se relacionan ambas y es lo que «sincroniza» a ambas y además, permite matematizar las probabilidades de lo que pueda o no pueda, suceder. Por eso, con cálculos incompletos como se hace co-relacionando, es imposible obtener resultados exactos cuando falta contra-relacionar (coherentemente) la sincronización. Como siempre le digo, profesor, Aoki y Yoshikawa se han dado cuenta de que es un asunto dinámico y han encontrado que la mejor estadística para calcular sus efectos es la de de Gibbs, que se usa en física para incluir el spin de las partículas, que da coherencia a todos los cálculos. Creo que esto no se podía ver en la época de Mundell porque la economía no estaba tan informatizada y era «lenta», pero hoy es muy necesario dinamizar su coherencia interna.

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