Viejo refrán, que conserva toda su validez. Hace unos días presenciamos manifestaciones de jubilados, pidiendo pensiones justas y, concretamente, que se revaloricen de acuerdo con la evolución del índice de precios de consumo. No participé en las manifestaciones, pero me sentí halagado por la iniciativa de mis colegas, que me favorece. Claro que luego me pregunté: ¿es este un problema acuciante en España? Y me respondí: no, no lo es, al menos como colectivo. En los años de la crisis, la renta mediana de los mayores de 65 años en España aumentó un 64%, que vale la pena comparar con el 9% que creció la de los de 18 a 24 años. Claro que podemos decir que a estos les queda toda una vida para recuperar su poder adquisitivo, pero también vale la pena que esa es la edad en que hay que pensar qué va a hacer uno en la vida, si va a crear una familia, comprar una casa, tener hijos, ahorrar para la vejez… Y las perspectivas de todo esto no son halagüeñas, teniendo en cuenta las tasas de desempleo de los jóvenes, sus contratos basura, la falta de expectativas de mejora…
Bien por mis colegas jubilados, porque muchos tienen pensiones muy bajas, y porque, como dice el refrán del título, si no lloras, si no te quejas, si no pides algo, te ningunean, quedas al margen y se olvidan de ti. Sobre todo teniendo en cuenta que nuestras pensiones tienen un futuro muy negro, dada la evolución de la natalidad, el empleo, la productividad y la duración de la vida. O sea que sí, es verdad, los jubilados tenemos y vamos a seguir teniendo un problema. Que no es el de la revalorización con la inflación, que es solo la guinda del pastel.
Por cierto, la prensa nos informó hace unos días de un Nuevo Plan de la Vivienda 2018-2021, una de cuyas medidas estrella es el anuncio de subvenciones al alquiler de vivienda por parte de los jóvenes. Claro que esto no soluciona «el» problema. Por cierto, algún periódico publicaba, detrás de la noticia del Plan, otra sobre el aumento del precio de las viviendas en 2017: un 6,2% a nivel nacional, y expectativas del 5% para 2018.
¿A dónde quiero llegar? A que nuestros políticos, los medios de comunicación, los gobiernos de varios niveles y los mismos ciudadanos no queremos pensar en nuestros problemas. Son «de otros»: del Estado, que tiene que pagar las pensiones; de las empresas, que tienen que ofrecer salarios altos, empleo alto y contratos buenos a los jóvenes…
Vaya: me ha vuelto a salir una entrada negativa. Pido perdón al lector. Y reconozco que las redes sociales y los ciudadanos no están por la labor de identificar los problemas importantes, ordenarlos, pensar las soluciones posibles, repartir los costes y beneficios (¡oh!, esta es la madre del cordero) y animar a los líderes políticos a vencer su cobardía y poner manos a la obra.
Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.
Hacen faltan políticos que realmente gestiones el pais de formar profesional. Muchas veces pienso que muchos de nuestros males es la falta de planificación a largo plazo. Parece que solamente se preocupan de solucionar lo inmediato, sin reflexionar en la consecuencias a medio o largo plazo como por ejemplo las pensiones. Desde hace un tiempo me pregunto: ¿Interesa privatizar las pensiones a los que realmente dirigen esta fantástico país desde la «sombra»?
En La persona humana y su crecimiento, pag. 95 Polo dice claramente que los balances contables miden mal el beneficio. Recomiendo su relectura.