Hace unos días leía una entrada de blog en la que se planteaba que había que hacer cuando, en una empresa «con fines sociales» surgía un conflicto entre su función comercial y la social. En concreto, explicaba el caso de una empresa que tenía como objetivo principal la colocación de personas con alto riesgo de exclusión, y el conflicto se presentaba cuando el criterio «social» no coincidía con el «económico». Y me pregunté qué haría yo en uno de esos casos.
Y llegué a dos conclusiones. Una: no sé lo que haría, porque esto no es un caso general, sino particular: esa persona, con esos caracteres y limitaciones, para ese puesto. Claro que el caso se podía presentar en general: ¿cuál de los dos «objetivos» debe prevalecer? Y volví a decidir que no sabría qué contestar, porque, de nuevo, el problema es esa persona para esa función, en las circunstancias actuales de la empresa. Claro que hay que tener en cuenta ambos objetivos, pero toda decisión es concreta: la toma una persona, aquí y ahora, para este caso concreto. Y en toda decisión hay múltiples objetivos, no dos, y menos contrapuestos. ¿Vale?
Y esto me llevó a la segunda conclusión: ¿qué quiere decir «conflicto entre el objetivo económico y el social»? Claro, ya lo entiendo: hemos de ganar dinero, porque si no el negocio no dura, y perdemos nuestra función social. Pero me parece que esta es una manera falsa de plantear el problema. Voy a presentarlo de otra manera. Hemos de vender bienes y servicios bien producidos, que sean buenos para atender las necesidades de los clientes, que sean socialmente útiles, que estén bien producidos, sin perjudicar el medio ambiente, sin dañar a las personas, es más sirviendo a las personas, a todas, y especialmente a algunas de ellas, personas con riesgo exclusión. No se trata de ganar dinero de cualquier manera para hacer algo que socialmente decimos que es bueno, sino que se trata de hacer algo socialmente bueno, con medios socialmente buenos, para conseguir unos objetivos sociales (todos los dichos antes: no solo el empleo de personas necesitadas, sino todo lo demás) con eficiencia (o sea, no perdiendo dinero).
Y cuando llegué aquí, me di cuenta de que, claro, no tenía respuesta al problema que se me había presentado. Pero llegué a la conclusión de que es bueno plantear bien los problemas.
Estoy tan de acuerdo que incido en el carácter social de todo lo económico. Las empresas generan y aplican efectos sociales siempre. Las mejores una mejor sociedad. Las peores peor sociedad. Creo que nos olvidamos que la sociedad que observamos, es un producto de las empresas, las que generan riqueza.
it is good to raise problems well . am agree with you sir
Sólo para recordarle, profesor, lo que decía Polo hace muchos años pero quedo plasmado en su último libro «Filosofía y Economía» que es más Antropología, como usted sabe: «Debe ser superada la idea del capitalista como propietario. El destino del capital inicial es ser amortizado, es decir, su utilización (ser gastado, ser consumido) para obtener un beneficio (que será beneficio del capital–empresa, y no del capital–dinero). El beneficio es la nueva realidad transformada. El beneficio es ‘de’ la empresa, no ‘del’ capital inicial, que es un mero gasto de la empresa (amortización). Gasto que puede ser constante, continuo, y se justifica por el funcionamiento intrínseco y objetivo de la empresa, que mediante su utilización (su destrucción, su gasto) obtiene un valor sobreañadido. El capital, la empresa, no puede ser objeto de propiedad, porque no es una cosa, sino un proceso…». Yo, por mi parte, aprovecho para concretar que eso es nada menos que «sincronizar» el capital y los gastos al proceso productivo. Hay que antropologizar la economía porque «numeraliza» mejor la RS.
Muchas gracias, Javier, muy oportuno. Hemos de leer más a Polo…