Hace unos días, un amigo me envió el texto de una carta que le había escrito un conductor de Cabify que le había llevado en un viaje en Madrid. Le pregunté si me daba permiso para reproducirla, omitiendo toda referencia personal, y me dijo que sí. De modo que… ahí va (sin otros cambios que un par de correcciones de puntuación):
Buenos días XX, desde Madrid, en mi día de descanso. Soy YY, el conductor de Cabify que le hizo el servicio desde …, hasta … Y que durante dicho trayecto, no pude evitar escuchar la conversación que Usted mantenía, con alguno de sus empleados, al otro lado del móvil. Y que después de escucharle, al llegar al destino y parar el vehículo para que pudieran bajar, no pude reprimir el deseo de manifestarle el aprecio y la valía de sus palabras, las cuales, me hicieron evocar, casi las mismas y con muy similar sentido a las suyas, las que me dedicara mi querido viejo, cuando decidí dejar mi empleo, para ponerme a trabajar a su lado, para ayudarle a salir de un socio que más que socio, era lo más parecido a un alegre vividor.
Y yo, como hombre muy joven que era en aquel entonces, con el ímpetu y la energía de dicha juventud, pero también, con la falta de veteranía y experiencia que, solo la dan los años, a base de esfuerzo, sacrificio y una buena capacidad de aguante y mejor condición personal, para encajar muchos coñazos que, la vida proporciona de forma gratuita e inmisericorde, hacían que yo me presentara y actuara, como la mano derecha del «jefe» (que era mi querido viejo). Cayendo así en los clásicos errores de una cierta prepotencia en el trato a subalternos, la comodidad de no tener que pensar mucho en tomar ciertas decisiones, por desconocer la responsabilidad que estas puedan representar, o por la «fácil fluidez«, con que se produce el alcance de algunos objetivos, sin mucho esfuerzo, claro, cuando tenemos detrás toda una maquinaria «ya hecha» y que funciona. Todo eso me llevó, en aquel entonces, a que recibiera por parte de mi querido viejo, una buena reprimenda, muy parecida a la que Usted le dedicó a su empleado.
Es así cómo personas como Usted y como lo fue mi querido viejo, pueden demostrar con hechos que, «se lo han currado«, que tienen el suficiente olfato y pupila, para saber distinguir a los novatos engreídos o a los listos que se creen que, «se las saben todas y una más…», y la total validez para parecer ser, en ciertas ocasiones, ese «jefe cabrón«, que pone las personas de su equipo en perspectiva y las cosas en su sitio, cuando detecta en su equipo de trabajo, esos síntomas característicos del facilismo y del relativismo, tan propios de nuestra actualidad.
Por eso sentí el deseo de estrecharle la mano para expresarle mi reconocimiento como un «jefazo estupendo«.
No tome esto, como un almibarado peloteo, sino como un sencillo reconocimiento de una persona extraña que, tuvo la ocasión de conocerle por un corto relato, en el que me vi reflejado con toda la carga de realidad que sus palabras contenían. Con el simple deseo de que estas líneas, sean para Usted, tan gratificantes, como sus palabras, lo fueron para mi, por los recuerdos que evocaron.
Reciba un cordial saludo de mi parte y estoy seguro que, jefes como Usted, algunas veces, un poco «cabrón» por ejercer de jefe, también ejercen de jefe, cuando saben recompensar al que se lo merece.
No añado nada: la carta habla por sí sola. Tampoco incluiré la respuesta que le envió mi amigo. A veces pensamos cómo podemos «cambiar el mundo» que, parece, está fuera de vía… He aquí un medio: una conversación con un subordinado que causa un impacto en un espectador que, parece, no se enteraba de nada. Dos pájaros de un tiro. ¡Enhorabuena!
Sin duda todos recordamos buenos y majos jefes: aquellos que consiguieron desmotivarnos y los que consiguieron convertirnos en mejores profesionales y ser quienes somos hoy en día. Le felicito por el texto.
Que todos contribuyamos con nuestro granito de arena para cambiar el mundo. Pienso que de nuestra parte debemos dejarnos de amarres mentales egoístas y en vez de eso irradiar amor.
A veces un relato aparentemente tan lineal y sencillo, como este, en el que además se explica lo justo, hablan mucho de la importancia de la gestión del equipo y en definitiva de lo que habitualmente denominamos como Recursos Humanos.
No se si somos conscientes de la importancia como líderes.