Voy a hacer publicidad de un acto en el que participaré dentro de unos días, el 10 de octubre, a las 19.00 horas, en la sede del IESE, en Barcelona (calle Arnús i Garí 3-7). El título es ese, «El hogar también es una empresa». El objeto es múltiple. Primero, presentar el libro «The Home. Multidisciplinary Reflections», del que soy editor y que publicó hace poco Edward Elgar. El segundo, presentar la Home Renaissance Foundation, con sede en Londres, que es la promotora del libro (y del evento). Y tercero, charlar un rato con un grupo de amigos, expertos en el tema recogido en el título: Mireia Las Heras, colega del IESE, Remei Agulles, Profesora de la Universidad Internacional de Cataluña, Rosa Pich, influencer y youtuber de temas de familia y gestión de hogar, además madre de familia numerosa, y Javier Vidal-Quadras, abogado y miembro de International Foundation for Family Development, padre de 7 hijos.
Os adelanto algo que pienso decir (a mí me toca el papel del profe aburrido y abstracto). Una organización es un grupo de personas que se reúnen para conseguir un objetivo que a todos interesa, aunque sea por motivos diferentes. Esto vale para una empresa, un partido político, un equipo de hockey, una institución social, una cuadrilla de gangsters… y un hogar. Lo que diferencia al hogar, me parece, es el objetivo compartido, que no es ni ganar dinero, ni jugar al hockey, ni ganar las elecciones, ni gestionar un comedor social. Luego, las motivaciones: los propietarios, directivos y empleados de una empresa trabajan juntos durante unas horas para conseguir… que la empresa funcione, porque esa es la condición necesaria que unos se lleven los beneficios, otros el prestigio, otros el salario, otros aprendan, otros hagan amigos… Las motivaciones de la familia son, claro, distintas. Esto explica que el propósito de la familia vaya más allá de que «esto funcione, para que todos obtengamos lo que necesitamos». Y, claro su función social es distinta. Pero, claro, es también una organización, que funciona con los criterios de una buena empresa. Y no digo más, para que os animéis a venir.
De todos modos, lo más importante va a ser escuchar a mis compañeros de mesa redonda, que dirán cosas interesantísimas, de las que saben mucho. Os esperamos. Si queréis venir, os rogamos que os apuntéis al evento (que es gratuito, claro), en Eventbrite (https://www.eventbrite.es/e/entradas-el-hogar-tambien-es-una-empresa-49842071979?aff=ebdshpsearchautocomplete)
Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.
Sin duda alguna el trabajo domestico debería dar un vuelco radical y se deberían establecer las leyes oportunas para que sea considerado como un trabajo normal por el cual se consigan los mismos derechos y prestaciones que los obtenidos por cualquier otro empleo. Derechos como percibir ayudas o que el tiempo trabajado aparezca reflejado en el certificado de vida laboral son algunas de las cosas por las que se deberían luchar. A ver si los sindicatos se mojan de una vez …
Sí, el hogar es la colaboración de todos sus miembros, pero eso incluye a los niños cuando tengan edad de colaborar.
Si las familias pueden fallar, que tienen tanto para estar unidas, desde motivaciones instintivas, emocionales, espirituales, de trascendencia, etc. ¿qué se puede esperar de otro tipo de organizaciones en que el pegamento es mucho menos fuerte?
Eso constituye el desafío de vivir sincronicamente.
Sabiendo que puede fallar, debemos seguir jugando a las empresas, las naciones, las guerras, las inversiones, los riesgos, etc.
Si al final, nos vamos a ir. ¿Para qué tanto esfuerzo?
Porque en el intento está la gracia y la diversión.
Estimado profesor: La familia es donde se transmite el DNA. Antes se decía que la familia era la célula básica de la sociedad. Y yo digo en mi libro de economía que la empresa es un tipo de DNA porque «muere» cuando falta el sincronismo. Espero que la siguiente cita le sirva para su exposición el miércoles 10. Patty y yo no podremos ir porque estamos «al otro lado del charco» pero esperamos que alguien que esté por allá nos represente. La cita es de Polo «La unidad del código genético se puede entender así. Si se admite que el código genético está entero en cada célula, y asimismo que cada célula es una parte de la unidad del código genético, empezamos a entender que la función uni-multiplicadora es diferencial, y da lugar al crecimiento orgánico. Seguramente, el órgano más complejo es el sistema nervioso central, el cual también se puede entender como el órgano en el cual el sobrante formal es mayor y donde culmina el esbozo de la presencia que es la sincronización…». Que reúne en un episodio el sincronismo y la «quiebra»